miércoles, 15 de mayo de 2013

El gobierno deshoja su particular margarita, mientras más de 300 vidas humanas son finiquitadas cada día.


Están consiguiendo hacer casi irrespirable el ambiente, han salido en tropel aullando, insultando y ofendiendo porque ven peligrar el machito que consagra la ley AIDO y no tienen mejores argumentos.
La estrategia es armar tal ruido que consiga hacer tambalear la decisión (cumplimiento electoral) de modificación del gobierno; y conseguir que temeroso de que se abra un nuevo frente de conflicto, se guarde sus intenciones de modificar la ley para un “sine die”.
Los que estamos a favor de la vida y que también tratamos de presionar al gobierno para que de una vez por todas derogue tan injusta ley, tratamos de hacerlo con razones y nuestra exigencia es tan solo “cobrar” el precio de nuestro voto.
Oyendo la que se ha montado podríamos aplicarnos aquello de “ladran, luego cabalgamos” y pensar que no vamos por mal camino si tanto ruido produce, pero es que lo que se dice “ladrar no ladran”.... más parece que desbarran y nos insultan directamente o a nuestra inteligencia.
Y en este sentido quiero traeros hoy el editorial de Fórum Libertas del pasado día 8 en relación a un infumable artículo del País. Hago mío de la “A” a la “Z” toda la argumentación de editorialista al que por supuesto felicito desde aquí. 

ForumLibertas.com
08/05/2013 - Editorial

La nueva ley del aborto: la mujer va a ganar

El catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona Joan J. Queralt publicaba en el diario El País un artículo, 'La mujer vuelve a perder', que demuestra que el Derecho posee una capacidad interpretativa tal que puede permitirse el lujo de funcionar al margen de la realidad que dice considerar. El doctor Queralt lo acredita en este artículo y demuestra una vez más que la ideología es mucho más poderosa que cualquier conocimiento. La forma que tiene de abordar el tema es propicia para razonar una vez más sobre la nueva ley del aborto.

Se mantiene la tesis por parte de los abortistas de que este acto constituye una ventaja para la mujer. De hecho, esta argumentación se ha llevado tan lejos que en la práctica comporta que el aborto sea considerado como una terapia y es creadora de una enfermedad por el solo hecho de producirse el embarazo. Ésta es la tesis que permitió la absolución de Morín, que utilizan las clínicas abortistas y que está implícita en lo que dice el propio Queralt: el embarazo es tratado como una enfermedad de transmisión sexual que requiere adoptar toda una serie de tremendas precauciones y que si estas fallan debe ser curada. Es evidente que esto es en términos de cultura y de naturaleza una brutalidad. De cultura porque significa un menosprecio brutal a la vida humana; de naturaleza porque significa violentar un proceso natural por la fuerza que además impide la autonomía y la realización personal. Es una contradicción inasimilable que nuestra sociedad, que defiende a capa y espada estas dos características, la de la autonomía y la de la realización personal, sea incapaz de reconocerla en el no nacido que se hará persona en la medida que se le permita seguir su cauce, su dinámica natural. Su naturaleza es la de ser persona.
El doctor Queralt afirma que la reforma del aborto, la de Gallardón, pretende que el feto es una persona, pero dice que para ello se requiere nacer, y claro, como no nace porque se lo impiden, pues entonces no es persona. Es una práctica sofista de vuelo gallináceo, es como si dijéramos que para ser rico es necesario tener dinero y, como no es bueno que sea rico, actuemos con violencia para impedírselo: robémosle su dinero. Es lo mismo que se hace con el no nacido: se le roba el acto de nacer y de esta manera se puede predicar que no es persona. Pero incluso así el argumento no tiene ningún sustento. Persona no deja de ser un concepto filosófico y por lo tanto muy interpretable. Pero lo que es incuestionable es que el no nacido es un ser humano, este es el punto central. Y la cuestión es qué consideración le merece el ser humano a Queralt y a los que defienden como él el aborto a ultranza. No puede discutirse que lo es porque ésta es su naturaleza, este es su ADN con independencia de cómo se personalice con el paso del tiempo.
Argumenta que la sentencia 53/1985 del Tribunal Constitucional eliminó la idea de persona y dijo que era un "interés a proteger". En realidad lo que dijo es que era un bien jurídico a proteger que entraba en colisión con los derechos de la madre. Y ésta es la cuestión que debe ser resuelta. El argumento de Queralt, recogiendo la frase del Tribunal Constitucional de que no se puede proteger incondicionalmente la vida del no nacido porque se penalizaría la vida de la mujer, tiene un implícito que estos defensores tienen la desfachatez de ignorar cuando es bien evidente. Se trata de la colisión con el derecho a la vida fundamentalmente. Es decir, para el Tribunal Constitucional en su momento la protección del no nacido no podía ser de tal naturaleza que si a la vez existía un riesgo para la vida de la madre el derecho a su vida fuera olvidado. Pero la práctica del aborto no ha ido por ahí ni mucho menos. Los casos donde se da este riesgo real son mínimos, pueden ser unos pocos centenares y hay que recordar que estamos en mucho más de cien mil abortos. Por lo tanto, siguiendo al pie de la letra lo que dice el Tribunal, debe protegerse al no nacido excepto en aquellas circunstancias en que la vida de la madre corra un riesgo grave, pero no indeterminado sino de morir o quedar postrada gravemente para el resto de su vida. Es sobre este aspecto y solo sobre este que debe plantearse el debate si se parte del principio de la colisión de intereses. Insistamos una vez más, y esto Queralt no se atreve a decirlo, que la legislación española en ningún caso contempla el derecho de la madre a disponer libremente de su cuerpo, lo cual es coherente con toda la legislación en este ámbito, de la misma manera que no se reconoce el derecho al suicidio o a comercializar partes del propio cuerpo que están unidas de una manera clara e inextricable, cosa que no sucede con el feto, poseedor de un ADN propio.
También rechaza Queralt que se pueda prohibir el aborto por razones eugenésicas. No hay que extrañarse, la eugenesia hace tiempo que vuelve a ser una ideología en alza. El desprestigio que se produjo después de la derrota nazi poco a poco ha ido diluyéndose y hoy es defendida sin ningún tipo de rubor. Los imperfectos, según determinados cánones, no tienen derecho a la vida. Es evidentemente una brutalidad. Argumenta Queralt que la convención sobre los derechos de las personas con discapacidades no exige que se prohíba el aborto por causas eugenésicas y una vez más recurre al argumento de que los fetos no son personas. Nosotros subrayamos otra vez que son seres humanos, y la pregunta que hemos hecho más arriba sigue en pie: ¿qué derechos tiene el ser humano con independencia de cuál sea su condición? Pero es que además nadie puede negar, doctor Queralt incluido, que el hecho de que porque unas determinadas variaciones biológicas, físicas, una determinada dependencia, se pueda impedir el nacer sitúa en una posición anómala a los que ya han nacido con aquellas mismas condiciones. ¿Cómo puede ver el mundo a una persona con síndrome de Down si sabe que todos sus congéneres no nacidos no son tratados de la misma manera que los otros precisamente por la característica genética que poseen?, ¿cómo podemos combinar el respeto y el aprecio hacia las personas discapacitadas si a la vez decimos que por el hecho de serlo no tienen razón de realizarse y de nacer?
Además, en este caso el doctor Queralt, algo impropio de todo un catedrático de Derecho Penal, se olvida de lo que dice el Tribunal Constitucional sobre este punto. Cuando admitió bajo determinados límites y matices el aborto por malformaciones, advirtió que ésta no era una cuestión estática sino que estaba estrictamente relacionada con el no depositar en las familias una sobrecarga excesiva que implicaba el mantenimiento de estas personas y que el Tribunal confiaba en que el desarrollo del estado del bienestar permitiría que se redujera de una forma extraordinaria este tipo de aborto. Desde 1985 ha llovido mucho, el estado del bienestar entonces era casi inexistente, pero hoy existen muchos más medios. Lo que sería lógico reclamar si no tuvieran esta ideología de la muerte es medios para ayudar a las familias con hijos dependientes. Este sería otro buen debate y no el de presentar la muerte como la solución para la vida humana. En cualquier caso, lo que sí queda claro es que hoy se puede ser mucho más restrictivo desde el punto de vista del legislador en cuanto al aborto eugenésico, más cuando vienen cometiéndose brutalidades sin fin en este terreno. Lo lógico, por razones humanas, es la prohibición total excepto en casos límites como puede ser el nacimiento sin cerebro. Pero incluso en estos casos la vida merece una consideración que hoy por hoy hemos olvidado. Una sociedad cuyos doctores en Derecho proclaman la muerte de los más débiles como solución, y el no nacido es el más débil de nuestra sociedad, es como mínimo peligrosa.

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Para apoyar a la defensa de embrión en el ámbito europeo:

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que garantiza la ley del aborto de Zapatero, todavía vigente, es que las futuras generaciones de españoles podrán disfrutar de la felicidad de saber que vinieron al mundo en el vientre de una madre feliz y orgullosa por traerlos. Algo de lo que, sospecho, muchos de los que pretenden cambiarla no deben estar tan seguros...

Alvaro Domínguez Arranz dijo...

Siempre desenfocando a conveniencia el problema.
¿Qué piensas de las mamás que gestaron los más de 300 abortos diarios?
Sus hijos jamás podrán opinar de ellas.
Pero tu ¿la ves feliz y orgullosa de haberlo perdido?