Se desarrolló el tema previsto "Consecuencias personales y sociales de la aceptación del aborto" con una buena acogida por parte de los numerosos asistentes.
Unas fotos resultarán un adecuado testimonio gráfico de evento.
El artículo que sigue es un guión escrito desde el que se construyó la charla, lo publico para provecho de los que no pudisteis venir personalmente. Espero que os guste.
La línea de la vida humana
Unas velas, pueden ser una
imagen gráfica, visual, con la que pudiera identificarse o recordar a un ser
vivo.
Como la llama… la vida solo
pude ser transmitida… no generada ni creada; solo, una vela encendida puede
encender otra, nuestros padres nos transmitieron la vida, porque ellos mismos
estaban vivos.
Como la llama… la vida es
frágil, un soplo puede apagarla sin “vuelta atrás”, quitar la vida es, parece,
demasiado fácil, los riesgos de “estorbar” son grandes.
Por eso la vida humana y, por
supuesto, su dignidad, debe ser defendidas proactivamente, tomando la
iniciativa, trabajando a su favor. Eso
nos hará más humanos y acreditará nuestro grado de civilidad.
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La imagen de una madre, de una mujer
embarazada, nos acerca
a considerar el
instante “casi mágico” del inicio de la vida humana.
En los primeros momentos de una maternidad
incipiente, casi que, ni ella
sabe el tesoro que esconde. Su aspecto no es muy diferente del que tenía tan solo un mes antes,
pero a lo largo de nueve
meses, irá cambiando visiblemente y haciendo cada vez más ostensible
que, en poco, de ella nacerá
su hijo.
Cómo, cuándo y de que forma comenzó a vivir, es el quid de la cuestión.
Especialmente, cuando se nos
está planteando, a bombo y platillo, que deberían respetarse “derechos de desalojo” de quien vive dentro
de su madre.
De ese “quid” depende la
licitud, o no, de terminar con la vida de un ser humano que está viniendo hacia
nosotros, que ya pertenece a la familia humana, a nuestro mundo.
La lógica del sentido común nos
dice que ese hijo no es el
producto de ninguna “magia”, que, sin que quepa la menor duda, fue concebido nueve meses atrás como resultado de la relación carnal
fecunda de su madre con su padre.
Ahí, es, donde comienza, lo que he dado en
llamar “la línea de la vida”. Donde comienza “ese venir a nosotros” del
nuevo ser viviente y viniente, en palabras de Julián Marías.
Ese origen, punto 0, durante muchísimos años
era solo intuido, desde observaciones reales y
constatables se asumía muy próximo, en el tiempo, a la relación fecunda
de sus padres.
Esa era la realidad que le
hacía a Hipócrates (siglo V antes de Cristo) renunciar públicamente a atentar
contra la vida con su actividad de médico, y expresamente renunciar a atentar
contra la vida dentro de una madre.
“A nadie administraré droga
mortal alguna aunque me sea solicitada, ni
tomaré iniciativa alguna de este tipo. De la misma manera, no daré a ninguna
mujer un pesario abortivo; mantendré mi vida y mi arte alejado de la culpa.”
Hoy día, ya no recurrimos a la intuición,
sabemos con certeza “qué es lo que ocurre, y cómo ocurre”, realmente,
en ese primer instante. Ciencias como la biología, la embriología, la
genética o la medicina nos acercan a esa maravillosa realidad. Otras
como la filosofía o la bioética nos ayudan a “valorarla” y a no “retorcerla interesadamente”.
Ese instante, en que un óvulo
de la madre es penetrado por un espermatozoide del padre, es cuando “sucede un nuevo ser”, que vivirá en su madre durante los primeros nueve
meses de su desarrollo, sin que, en ningún momento, sea ella ni parte de ella.
Una simple ecografía nos permite ver un saco gestacional de tan solo 0,8 cm. en
una embarazada de 4 semanas.
La “línea de la vida” de cualquier ser humano es,
durante su período gestacional, un “continuo” que, sin pausa alguna, va desde el día 1 de su vida — el de su fecundación— al día de su nacimiento tras el parto; y que, por supuesto, continuará
a lo largo del tiempo que a cada cual le corresponda, hasta su fin al natural.
Jérome Lejeune (1926-1994) un hombre
excepcional, Catedrático,
Investigador, Médico, Genetista y extraordinario defensor de
la vida, especialmente de la aún no-nacida, defendía que, no es posible negar la naturaleza humana en ningún instante de esa 'línea de la vida', ni siquiera en su etapa más incipiente, porque…
“Si un óvulo fecundado no
es, por sí mismo, un ser humano; no podría convertirse en uno, porque nada se
añade al mismo”
Todo esto, que parece tan
obvio, encaja dentro de un armónico respeto a las leyes de la naturaleza, pero
que es, con frecuencia, violentado por quienes perciben los embarazos
inesperados como limitadores de libertades individuales.
El desalojo del que ven como un
intruso, abortarlo, termina siendo la solución relativista y utilitarista que
incide en liquidar la armonía.
Quien defiende la solución
abortista, necesita asumir un argumento que sabe falaz, cual es el “negar
naturaleza humana” a quien considera un estorbo y ansía desalojarlo.
Siempre he alucinado de ver
como alguien puede ser capaz retorcer tanto la realidad, hasta el punto de
hacerle irreconocible su maldad y, consecuentemente, pasen a ser admitidas y
ser dadas por buenas y santas, algunas auténticas barbaridades.
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Romper
la línea de la vida no es gratuito, resultará a la postre en
consecuencias negativas para las personas y para la sociedad en su conjunto. Trataré
de apuntar siquiera someramente algunas de esas consecuencias negativas.
No le es posible a una madre “borrar”,
del libro de su vida, a un hijo abortado, solo rasgando la hoja y tirándola a
la basura, sabiendo que… con ella se irá
un jirón de su propia vida. Al final, romper la línea de
la vida resulta en una desesperación de por vida y la pérdida de una vida.
Para el nasciturus, las consecuencias
son fatales. Los métodos para abortar terminan resultando una cruel tortura
hasta la muerte del ser que habita el vientre de su madre.
Nadie tiene argumentos para
asegurar que al niño no le duele la muerte por aborto. La posibilidad de sentir
dolor real, solo precisa de las estructuras anatómicas para ello. El no-nacido
las tiene, ya que es posible demostrar actividad de tales estructuras desde
bien temprano en su desarrollo. Esa sola posibilidad de que puedan sentir
dolor, debiera ser suficiente para desechar infringirles acciones que se saben
dolorosas.
Quizás las cosas fueran
diferentes si alcanzásemos a saber que aspecto tenga el ser que habita en su
madre. Tres muestras al lado de estas líneas, todas menores de las 14 semanas,
que pone como “corte” la ley, por debajo de la cual puede abortarse sin
necesidad de alegar motivo alguno, nos pueden acercar a ese “aspecto” muy, pero
que muy, humano.
La madre tampoco está exenta de
complicaciones, porque el aborto no es seguro nunca, se arriesga salud física, psíquica
y en ocasiones la vida.
De entre las complicaciones que se ocultan4
intencionadamente para evitar “arrepentimientos de última hora”, está el
aumento de riesgo relativo del cáncer de mama, especialmente en mujeres que
abortan antes de haber tenido, al menos, un embarazo a término previo.
Dramático y demoledor resulta
el cuadro de estrés postraumático que desarrollan5 un 91% de mujeres tras un aborto provocado,
lo que conocemos como Síndrome Post-aborto y del que es muy difícil salir sin
ayuda externa, especialmente porque tiende a ser negado, escondido y tabú.
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Perderle el respeto a la vida
trae, también, consecuencias sociales constatables.
Resulta responsable de una tragedia social, en España contabilizamos casi 100.000 abortos anuales (94.188 en el
2015) lo que nos sube al “pódium” del horror, los terceros en la UE28 junto a Reino
Unido y Francia. Un aborto cada 5,5 minutos, 11 cada hora y de los que 2 son
adolescentes.
Un inmenso drama
humano con casi 2.000 millones de vidas segadas por aborto, en
el mundo desde 1973, año de la tristemente famosa sentencia en USA del caso Roe contra
Wade, que resultó ser el
pistoletazo de salida del aborto contemporáneo. Una cifra que ensombrece, de
largo, los asesinados por los tres genocidios reconocidos del siglo XX, que
suman 14,5 millones.
"El mayor genocidio del siglo XX no ha tenido lugar en una guerra,
en los gulags o en los campos de exterminio. Es una matanza, de más de mil
millones de víctimas inocentes, de la que nadie habla: el aborto" (del
libro El genocidio censurado de Antonio Socci)
Respirar mentalidad abortista produce enrarecimiento social, se violentan las
costumbres sociales tradicionales provocando enfrentamientos, los ciudadanos se
sienten oprimidos y limitados en sus libertades. Lo políticamente correcto es
impuesto a modo de pensamiento único, y, de manera especial, muchas mujeres ven que
el aborto se ha convertido en una nueva fuente de sometimiento a la voluntad de
otros.
Se busca
adoctrinar e insensibilizar
a la sociedad, para que
termine aceptando que la vida humana, durante una determinada etapa de su
desarrollo, deja de ser un bien en si misma. La presión de la mentalidad
abortista consigue hacer a la sociedad mirar a otro lado, a permanecer en un
silencio cómplice.
Álvaro
Domínguez Arranz
Médico
y miembro de Derecho a Vivir Jaén
4 Es el caso del estudio del Dr. Rohan (Adelaida. Australia) publicado
en el American Journal of Epidemiology en 1988 que ocultó el aumento de
riesgo hasta que en 1995 un meta-análisis de Nadine Andrieu et al.( Br J Cancer 72:744-51) reveló que el único factor de riesgo estadística-mente
significativo en el estudio de Australia era el aborto... ¡un 160% más de
riesgo! Igualmente, el estudio de Melbye et al. (New Engl. J. of Med) en Dinamarca en 1997 excluyó de la muestra a 60.000 mujeres que
habían abortado, a pesar de lo cual el aumento de riesgo asociado al aborto
fue del 44%. [citados
en http://www.nomassilencio.com/Cancer/Estudios.htm]
5 The International Planned Parenthood Federation, asserting that: “the
incidence of post-abortion trauma in women who had surgical abortions can reach
up to 91% of cases.” [dato citado en https://indeforum.wordpress.com/2017/10/06/abortion-consequences-2/]