Cuando uno
intenta acercarse a comprender, siquiera algo de lo que plantean los favorables
al aborto, es clave que no encuentras más que humo, algunos latiguillos
gramaticales repetidos una y otra
vez con la fe del papagayo, inconsistencias
racionales varias y el propósito inconfeso
de lograr “venderte la burra”.
El
mecanismo (o manera de hacerlo realidad) pasa por desactivarte como “ser pensante
racional” capaz de conmoverte ante el
sufrimiento de los que consideras congéneres tuyos. Las libertades te serán
reconocidas si te haces acreedor a ellas desde la docilidad al pensamiento único
que se impone.
Los
derechos entendidos como algo que “te es debido” pasan a ser entendidos como “otorgados” desde
la discrecionalidad de quien ostente el poder que buscará supeditarlos a tu
grado de docilidad.