miércoles, 16 de febrero de 2011
Concentración "España,Vida Sí" en Antequera
Susana, siempre en nuestra memoria.
La noticia ha conmocionado a Derecho a Vivir y Hazte Oír que la recuerdan como una activista comprometida con las libertades, los derechos humanos y la vida, siempre alegre y dispuesta a participar y a promover iniciativas, segura de que es posible cambiar el mundo con nuestra acción cívica.
Los voluntarios de Derecho a Vivir Jaén sentimos la pérdida tan grande de Susana y nos solidarizamos con los compañeros de la provincia de Málaga y los familiares de la fallecida.
Rogamos una oración por ella.
D.E.P.
Derecho a Vivir Jaén.
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martes, 8 de febrero de 2011
¿Qué es el aborto?
La pregunta parece de fácil respuesta. Sin embargo, hoy en día muchas personas desconocen o incluso niegan la realidad que rodea al aborto provocado.
Te ofrecemos a continuación las tres principales facetas que muestra la realidad del aborto:
La muerte de un ser humano
La ciencia demuestra, hoy en día, que en el momento de la concepción aparece una nueva vida humana. Su código genético es distinto de los códigos genéticos de sus padres. El nuevo código acompañará a esa persona para toda su vida. Durante un aborto provocado, el niño reacciona e incluso emite lo que muchos han llamado un “grito silencioso”. El organismo inmunitario de la madre, por otra parte, reconoce al bebé en edad prenatal como un objeto extraño al cuerpo de la mujer y tiende a atacarlo, aunque la placenta protege al nuevo ser humano.
Aunque todos los estudios científicos demuestran que lo que hay en el seno materno durante el embarazo es un nuevo ser humano, muchos prefieren cerrar los ojos a esta evidencia, haciendo afirmaciones anticientíficas y que carecen de todo fundamento, como que el niño forma parte del cuerpo de la madre, o que es simplemente un ser en potencia, como si de un embrión o un feto humano pudiese surgir una marmota. En pleno siglo XXI las falacias que manejan quienes defienden el aborto sólo se pueden sostener desde la ignorancia científica o desde el desprecio por la ciencia.
Un sufrimiento para la mujer
El doctor John C. Willke dijo en una ocasión: “Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento”. Y es que a los numerosos riesgos físicos que implica el aborto provocado para la mujer hay que añadir un fenómeno muy frecuente pero que es sistemáticamente silenciado: el Síndrome Postaborto (SPA).
Una psiquiatra española, la doctora Carmen Gómez Lavín, explica que las consecuencias psicológicas del aborto que se dan con más frecuencia son “cuadros depresivos que se acompañan de un sentimiento grande de culpabilidad”. Una psiquiatra canadiense, la doctora Susan Standford, ha relatado su propia experiencia con el SPA explicando sus tres fases: desasosiego y tristeza; se revive continuamente el momento traumatizante del aborto de un modo muy profundo; y finalmente una gran depresión. Ninguno de estos riesgos es advertido a las mujeres por los centros que practican abortos.
Un negocio millonario
En enero de 2008, la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA) calculó el “negocio” del aborto mueve 40 millones de euros al año en España, es decir, más de 6.650 millones de pesetas. La mayoría de las administraciones públicas subvencionan el negocio del aborto, enriqueciendo a unos pocos empresarios con pocos escrúpulos al mismo tiempo que niegan toda ayuda a la mujer embarazada, incluso a aquellas que atraviesan una situación de necesidad. Para esa mayoría de administraciones no existe el derecho a ser madre, pero sí existe el derecho a lucrarse con fondos públicos de la eliminación de seres humanos y del sufrimiento de miles de mujeres.
Mientras el aborto se convierte en un “chollo” para esos empresarios, sus consecuencias económicas pesan sobre todos. En el primer trimestre de 2008, el Instituto del Capital Social (INCAS) publicó un estudio, titulado “El Impacto Económico del Aborto”, en el que calculaba que en el año 2006 los abortos costaron más de 51.325 millones de euros (más de 8.5 billones -con B- de pesetas) en pérdidas de capital humano sólo en España.
Aborto: lo mejor es enemigo de lo bueno ¿o no?
Artículo de Mariano Bailly-Baillière, publicado en Religión en Libertad.
MARIANO BAILLY-BAILLIÈRE, en RELIGIÓN EN LIBERTAD.- Se ha levantado mucha polvareda entre las personas e instituciones pro-vida a raíz de las declaraciones programáticas de Rajoy entre las que incluye derogar la actual ley del aborto. Sin ánimo de polemizar sino, por el contrario, procurar conciliar posturas, creo que es oportuno hacer algunas reflexiones desapasionadas.
En primer lugar, derogar la Ley Aído manteniendo la ley del 85 no constituye, como algunos sostienen a mi juicio equivocadamente, la elección de un mal menor. De la acción de derogar la ley Aído no se deriva ningún mal, sino, por el contrario, un bien. Las condiciones para justificar la elección del mal menor establecen que no debe buscarse directamente el mal que se deriva, sino el bien que lleva aparejado las consecuencias negativas. En el supuesto de la derogación de la actual ley del aborto, se procura directamente un bien del que no se derivan males asociados. Cosa distinta es que a todos nos gustaría que se derogaran las dos leyes, pero no rechacemos un bien evidente por forzar al legislador a elegir entre derogar las dos leyes o quedarse impasible. Porque es evidente que la situación actual es objetivamente peor que la previa a la ley Aído. Pienso que aquí aplica el dicho de ‘lo mejor es enemigo de lo bueno’.
Un segundo punto es considerar que la derogación de la ley actual supondría un evidente paso en la dirección de restablecer la cultura de la vida siempre que la medida sea considerada un medio y no el final del camino. Se trataría de una ‘inversión de la tendencia’ como gusta de calificar a los analistas.
En tercer lugar, algunos hacen comparaciones meramente cuantitativas entre las dos leyes del aborto. Bien está hacerse cargo del drama mediante las cifras. Pero no tienen en cuenta un matiz a mi juicio crucial: sin entrar en consideraciones sobre el ‘diámetro’ de los ‘coladeros’ que ambas legislaciones permiten, la primera ley del aborto es una ley que supone la despenalización –en unos supuestos más que discutibles, claro– de un delito. Es decir: se condona la pena por un hecho objetivamente malo. La Ley Aído supone un salto cualitativo en la consideración del aborto: deja de considerarse delito (deja de ser un mal) para convertirse en derecho (por lo tanto, un bien). La vuelta a la ley del 85 supondría volver a considerar el aborto como un mal y no como un bien, un derecho de las mujeres. Esta es la razón, a mi juicio, de la promulgación de la ley Aído. Todos sabemos que nunca se ha procesado a mujeres o médicos por delito de aborto. Entonces, ¿para qué la nueva ley si la anterior era ‘un coladero’? Precisamente para invertir su consideración jurídico-moral: dejar de ser un delito (algo reprobable) y pasar a ser un derecho (algo positivo y deseable).
La derogación de la ley Aído propuesta supone por tanto, y a mi juicio, un paso positivo –más o menos pequeño o grande según el cristal con que se mire– hacia la recuperación de la cultura de la vida. No está en mi ánimo, ni de lejos, realizar una valoración política o hacer campaña por partido alguno, sino aportar unos criterios de análisis que puedan facilitarnos la toma de posturas ante declaraciones políticas que tienen graves repercusiones morales. Quizá los reparos que podamos hacer a estas iniciativas sean más compartidos entre las personas pro-vida de lo que parece. Si así resultara, esta unidad podría fortalecer la presión social contra las leyes injustas y, en este caso, genocidas.