Muchas
veces me he lamentado de que entre los que profesamos una misma fe católica
haya hueco para mirar hacia otro lado, cuando de defender el derecho a la vida
de nuestros semejantes se trata.
Y
es que creo que no vale con el “no matarás” porque el “yo no lo haría, pero...”
es cómplice de quien si lo haría y de hecho lo hace.
Quiero
hoy que celebramos la liturgia de la anunciación y encarnación del Señor, contaros
que desde la red local de DAV Jaén hemos iniciado una campaña en distintas
parroquias de nuestra ciudad. Solicitamos la complicidad de los párrocos y algunos
de entre sus feligreses que él designe, para que a través de una Eucaristía por la vida nos ayuden a
despertar conciencias, a mantener en el tiempo el mensaje de que la vida humana está siendo seria y sistemáticamente atacada
en nuestros días. La idea que les proponemos es hacerlo con una
periodicidad mensual.
Después de contaros sucintamente la idea de la
campaña, os diré que me siento orgulloso de pertenecer a una Iglesia que nunca
ha abdicado ni ha rebajado listón alguno respecto a la defensa de la vida incondicionalmente
desde la concepción hasta la muerte natural. Y por eso, ahora que la faena es
tanta y que no sobran manos acudimos buscando esa colaboración en una “tarea”
que no es solo de los que nos hemos organizado para gritar a favor de la vida,
sino que, en consonancia con nuestra pertenencia a esa Iglesia de la que
manifiesto sentirme orgulloso, nos compete especialmente (aunque no
exclusivamente) a los que nos sentimos Iglesia.