UNA NUEVA GUERRA
La mujer es
el escenario de la guerra abierta en este tiempo entre la ideología y la
Naturaleza. Una guerra tan vieja como el hombre, que se recrudeció con la
Revolución Francesa1 y que ha ido in crescendo en este último siglo. Una guerra machista
(que no masculina)2, de dominación del mundo externo, de la
Naturaleza.
Pero en este
siglo, es la mujer quien se ha convertido en el mayor exponente de esta ética
machista de explotación y de manipulación de la Naturaleza y de la Realidad,
hasta el punto de atentar contra su propia naturaleza, ofreciéndose a sí misma
en holocausto a los dioses de la postmodernidad con el sacrificio de su ser
natural: la maternidad. Como es connatural a la mujer, esta guerra se ha
interiorizado, generando una represión de su propio ser... y del ser que anida
en ella. La mujer de este tiempo ha asumido de tal manera la ética machista del
control y la manipulación, que ha hecho dejación de su propia idiosincrasia
hasta el punto de renunciar a lo más íntimo y consustancial: su capacidad de
dar vida.
Pero antes de llegar a sus entrañas, la guerra ha ido destruyendo uno a uno los baluartes de su sensibilidad, su empatía, su ternura, su vulnerabilidad, su generosidad, su paciencia, su flexibilidad... Todas las armas de que disponía han sido entregadas al “enemigo” de la alienación, y ella misma se ha metido en el campo de concentración.... el peor de todos: el Síndrome Post-aborto. Y ¡no quiere salir!
Pero antes de llegar a sus entrañas, la guerra ha ido destruyendo uno a uno los baluartes de su sensibilidad, su empatía, su ternura, su vulnerabilidad, su generosidad, su paciencia, su flexibilidad... Todas las armas de que disponía han sido entregadas al “enemigo” de la alienación, y ella misma se ha metido en el campo de concentración.... el peor de todos: el Síndrome Post-aborto. Y ¡no quiere salir!
El“enemigo”
ha logrado la victoria perfecta: que el vencido deponga las armas
voluntariamente y se encierre él mismo (ella misma) en la prisión. Y ¿cómo lo
ha conseguido? Con un nuevo arsenal de armas lingüísticas e ideológicas:
convirtiendo la prisión en un “logro social”, en “un derecho de la mujer”. El
aborto encierra a la mujer en la peor cárcel que jamás ha existido: la de la
culpa. “Es más fácil sacar a un niño del vientre de una madre que de su conciencia”,
decía un veterano obstetra, el Dr.Wilke.
La guerra de
este tiempo se ha hecho psicológica, y de nuevo, las primeras víctimas son los
más débiles: los niños y las mujeres... en este orden. Esas son también las
víctimas del aborto: los niños por su muerte física; las mujeres por su muerte
psicológica, moral y espiritual.
Pero esa
muerte interior, con ser dramática, es a menudo la antesala de la otra, pues el
aborto multiplica por siete las probabilidades de suicidio en comparación con
el parto, multiplica por cuatro la probabilidad de morir por accidentes de todo
tipo, multiplica por tres los trastornos mentales, aumenta un 60% la
probabilidad de morir por causas naturales, crea predisposición biológica para
contraer cáncer de mama y otras enfermedades mortales. Una larga lista de
secuelas, a cual más grave, que dejan a la mujer sumida en la miseria
psicológica y física... y en la peor de ellas: la ignorancia. Porque
el“enemigo” no permite que la mujer sepa “de dónde le ha venido el palo”. El Sistema
ha decretado que el aborto es bueno para la mujer y no tolera herejes de este
dogma postmoderno. No importa que las estadísticas den cifras alarmantes de
consumo de alcohol y drogas entre mujeres que han abortado, que las depresiones
se hagan crónicas y generalizadas, que haya alta correlación con la anorexia y
la bulimia, que se rompan las parejas (el 70% en el curso del año del aborto),
que aumente la violencia doméstica e infantil,... nada de eso importa porque el
aborto tiene que ser bueno por definición: “César dixit”. El Imperio con su
maquinaria de dominación político-mediática ha vestido el aborto de progresía y
que nadie se atreva a exclamar que “¡el emperador va desnudo!”.Los niños y las
mujeres ya no tienen sitio en el Sistema si no rinden su inocencia y su
maternidad. Y sin ellas, el mundo está perdido.
Hemos tocado
fondo. En el Síndrome Post-aborto, la mujer ha tocado fondo en su proceso de
vértigo feminista, en su proceso de “conversión” a la ética machista. Pero
cuando se toca fondo hay dos posibilidades: ahogarse o empujar con fuerza. No Más Silencio ofrece un
empujón fuerte a las mujeres que han caído en el abismo del aborto, para que se
alcen de su postración.... ¡como un delfín surcando las aguas a los ojos del
Sol!
Pilar
Gutiérrez Vallejo
PD: Como no había ya bastantes guerras en el mundo, quisieron declarar la
peor de todas, la de los poderosos contra los más débiles, la de los nacidos
contra los no nacidos, la de la madre contra su hijo, la de un médico contra su
paciente, la de un Estado contra su pueblo, la de los intereses contra los
sentimientos, de la mente contra el corazón... la guerra de las guerras.
1 Y con todas las Revoluciones subsiguientes: la
industrial, la comunista, la sexual…
2 Lo masculino se convierte en machista cuando pervierte su instinto natural
de protección y defensa de los más débiles.
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