domingo, 10 de febrero de 2013

Torturados, sin compasión, hasta la muerte... no merecen siquiera que se les alivie el dolor

Ultima revisión 12 de febrero de 2013

El dolor de los fetos abortados 

Amnistía internacional, que, desde su fundación, ha hecho razón ser y hasta bandera de sí misma la lucha contra la tortura y la pena de muerte, me sirve para entresacar unas fra-ses de su página web con las que enmarcar o pre-situar el tema que traemos hoy aquí.
… Tortura es aplicar intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales,….
Siempre tortura el que tiene el poder
Se argumenta que la tortura es el menor de los males posibles,…  
Tratan de deshumanizar al enemigo, y una vez que se considera infrahumano, resulta más fácil persuadir de que la tortura es un precio aceptable para protegernos a “nosotros”.
Existen vínculos claros entre la pena de muerte y la tortura, …
La práctica de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes está clara e inequívocamente prohibida por las normas internacionales de derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
Bien, traigamos esas frases, que de manera intencionada he parcialmente descontextualizado, hacia lo que ocurre cuando se lleva a cabo un aborto.
Desde 2006 sabemos que bebés de edades comprendidas entre 25 y 45 semanas (post menstruales) pueden sentir dolor (Journal of Neuroscience  5 April 2006, 26(14)).
El Dr John Fleming, asesor de bioética de la “Asociación para la Protección de los “No-Nacidos” argumentaba (BBC News, 4 April 2006) que
“Si los bebés prematuros pueden sentir dolor, también es así con los niños en gestación, al menos para los de la misma edad gestacional. Nadie, y menos un científico, puede pensar que algún ser humano pueda no sentir dolor.”  
 “Es responsabilidad del que infringen un daño, ya sea a título de terapia o en caso de aborto, demostrar que al hacerlo no causa dolor. Los que defienden el derecho a abortar deben enfrentarse a la realidad de lo que el aborto le hace a los niños en gestación.”


En la primera mitad de la década de 1980, se debatía ampliamente en los EEUU acerca de la posibilidad de que los fetos pudieran ser capaces de sentir dolor. En el contexto de ese debate aparece el artículo "dolor del feto y del aborto: La evidencia médica" de Vincent J. Collins y otros, donde se dice:
"… la existencia del dolor fetal, como resultado del aborto, trasciende las abstracciones filosóficas y las nomenclaturas científicas, para llegar directamente al corazón".
"... mucha gente hace juicios éticos y políticos basados en impulsos de empatía, que tienen poco que ver con la razón o las nociones de justicia.    El aborto es tolerado o aprobado debido, principalmente, a sentimientos de empatía para con la mujer embarazada; que parecieran entrar en conflicto y anular toda evaluación del contenido moral de su conducta.     Pero, al entender el dolor del feto y reconocer su realidad, éste se contrapone al reclamo emocional de la mujer.    Es cierto que la mujer podría resultar "herida" en algún sentido si no pudiera abortar; pero, su niño no nacido seguramente experimentará un dolor mortal al ser abortado".
Seres como los no-nacidos, los lactantes o los animales, no pueden decirnos directamente cuan doloridos están al no disponer del adecuado lenguaje contextual.  Para saber si un feto está sintiendo dolor, debemos recurrir a la atenta observación de sus reacciones y así intuir su sufrimiento; tratar de descubrir la causa por la cual actúan de esa “manera particular”.   Casi siempre, eso será todo lo que necesitemos para comprender lo que nos quiere trasmitir directa y claramente.
Los bebes emplean la táctica del llanto.  Sus padres son los encargados de integrar e interpretar adecuadamente si llora de dolor, por hambre o para demandar atención.
Los animales si se alteran también gimen, tiemblan y hasta parecen "llorar". Para entenderlos, solo necesitamos considerar lo doloridos que estaríamos si fuéramos víctimas de idéntico daño.
Pues, como los bebitos y los animales, los no-nacidos  también expresan sin palabras  lo que les ocurre.   Su lenguaje es claro y difícil de mal interpretar para quien esté dispuesto a imaginarse en su lugar.   La tecnología moderna ha puesto a nuestra disposición instrumentos altamente sofisticados y precisos que nos ofrecen registros exactos y claros del comportamiento del feto y del entorno donde se desarrolla. Es “como si el vientre de la madre fuese de cristal” (Eduardo Verástegui).  Así hemos llegado a saber, por ejemplo, que:
·         Antes del final de la semana, el feto responde a estímulos que puede registrar un EEG revelando que el cerebro está funcionando.
·         Entre la 8ª y la 10ª semana, se puede detectar actividad del tálamo (centro del dolor). Los receptores sensitivos (nocirreceptores) están en su piel sobre la 9ª semana.
·         Alcanzando casi las 20 semanas sabemos que traga del líquido que le rodea mostrándonos con variaciones en la velocidad de deglutir si le es más o menos agradable.
El Libro "La vida secreta del niño no-nacido" del Dr. Verny, nos muestra lo exquisitamente sensibles que son las conductas de vida independiente y de autodefensa desarrolladas por el feto en el vientre de su madre. Las sensaciones desagradables, aunque leves, le hacen responder con movimientos defensivos y correctores asombrosos.
Ante un ser tan exquisitamente sensible, ¿cómo imaginar su respuesta ante un ataque tan desmesurado como un aborto?
Desde 1984, ya no es preciso adivinarlo, el Dr  Nathanson, nos mostró una extraordinaria película de un aborto por succión. Las palabras de una de las delegadas, la Sra. Sandy Ressel nos pone en la escena:
"… vimos con horror como, literalmente, maltrataban y descuartizaban a este pequeño ser humano inocente. Primero la espina dorsal, luego la pierna, pieza por pieza, mientras la niña tenía violentas convulsiones. Vivió casi todo este trágico proceso tratando de esquivar el instrumento cortante. Con mis propios ojos le vi echar su cabeza hacia atrás y abrir su boca en lo que el Dr. Nathanson llamó ‘un grito silencioso'. En una parte de estas escenas sus pulsaciones habían llegado a más de 200 por minuto, porque tenía miedo. Por último, fuimos testigos de la macabra silueta del fórceps que buscaba la cabeza para destrozarla y retirarla, ya que era muy grande para pasar por el tubo de succión. Este proceso homicida tomó de unos 12 a 15 minutos. El abortista que practicó esto lo había filmado por curiosidad. Cuando vio la película dejó la clínica de abortos y nunca más volvió."
Esta película está disponible en youtube, incluso traducida al castellano, Se llama El grito silencioso.
El aborto por succión aquí descrito, es sólo uno de los métodos de aborto. Hay otros métodos peores que también destruyen y causan intenso dolor al bebé por nacer.
Si el feto es algo más grande, a partir de la semana 12, no es posible hacerlo mediante la sonda succionadora. La alternativa es el método de dilatación y evacuación en el que el feto muere en 10 ó 12 minutos tras ser acuchillado,  troceado y finalmente evacuado de la matriz.
En abortos tardíos de más de 14 semanas, es corriente el uso de solución salina concentrada que se inyecta sustituyendo al líquido amniótico.   Esta solución altera la placenta, logrando la expulsión fetal 48 horas después de la inyección. La acción corrosiva de la solución “abrasa” al pequeño que muere tras tragarla y  nadar en ella, al cabo de dos horas. Si al oyente le cabe alguna duda sobre si sufre dolor el niño, solo tiene que saber que en los manuales sobre aborto se advierte de evitar que alguna gota entren en contacto con tejidos maternos, ya que le produciría un "intenso y severo dolor".
También en abortos tardíos, se utilizan prostaglandinas, se trata de potentes vasoconstrictores que producen severa hipoxemia y fallo cardiaco isquemia aguda. Para imaginar lo que sufre el feto, podemos preguntar a quien haya sufrido una angina de pecho, sin duda nos ilustrará sobre los terribles espasmos que se sienten.
Claramente, podemos concluir que los métodos para abortar, disponibles hoy día, al final resultan ser una cruel tortura hasta la muerte del ser que habita el vientre de su madre. Y eso, desde los que apostamos por la causa de la vida, no se lo deseamos a ningún ser vivo, sea o no persona.
Tras lo visto hasta aquí, si releemos las frases entresacadas de Amnistía Interna-cional  en clave de “lenguaje abortista” las piezas encajan como un traje a medida. La versión, que sobre los torturadores hacía Amnistía, para el entorno del aborto sería…
Argumentan que la tortura (aborto) es el menor de los males posibles,…
Tratan de deshumanizar al enemigo (feto), y una vez que se considera infrahumano (Preembrión, vivo pero no humano, humano pero no persona…), resulta más fácil persuadir de (hacer digerir) que la tortura (el aborto) es un precio aceptable para protegernos a “nosotros”.
Queda, así, al descubierto el lenguaje engañoso (cargado de eufemismos) de los proabortistas y al mismo tiempo queda, también, en evidencia la propia Amnistía Inter-nacional, atrapada en la incongruencia que supone condenar la tortura y la pena de muerte mientras se reclama el aborto legal para las mujeres a las que atribuye un derecho a disponer, según su libre y exclusivo interés, de la vida de su hijo.
Para terminar, dos citas….
Unas palabras de Santos Rull en su blog “Cultura de la vida” 
 … « El debate social en torno al dolor fetal, se trata, en definitiva, de un debate sobre la dignidad del ser vivo, incluso para quienes no le reconocen su humanidad pero sí el derecho a evitarle el dolor.  El debate surge porque algunos opinan que el feto no puede sufrir como lo hace un adulto,  pero quizás todo se reduzca a un debate semántico:   ¿está en discusión si un feto sufre como cualquiera de nosotros o  –simplemente-  si sufre? en ambos casos debemos evitarle el dolor.»

Y, finalmente…

J. Noonan, en su libro "Nuevas perspectivas sobre el aborto en los seres humanos" dice:

… «"Independientemente del método utilizado, los niños están sufriendo el peor de los males corporales, el final de sus vidas. Están pasando por la agonía mortal. A pesar de su precaria existencia, de sus limitadas capacidades cognitivas y de sus rudimentarias sensaciones, están experimentando la desintegración de su ser y la terminación de sus capacidades vitales. Esta experiencia en sí es dolorosa".»

… «No hay leyes que regulen el sufrimiento de los abortados, aunque sí las hay para mitigar el dolor de los animales...   Es un signo, no de error o debilidad, sino de compasión cristiana el amar a los animales.  ¿Podrán aquellos que se sienten conmovidos por la ballena arponeada, sentir compasión por el niño impregnado de solución salina...?  Todo nuestro conocimiento del dolor ajeno es por empatía, pues no sentimos el dolor de otros. Es por eso que el dolor ajeno es tan tolerable para nosotros. Pero si nos identificamos con los que sufren, ¿podremos sentir algo de lo intolerable?»

 

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