El aborto será legal pero es tremendamente
injusto
El gran pensador Henry Thoreau (1817 - 1862), que hizo de su vida una lucha continua
frente a los esclavistas, advertía que: "no toda ley es
justa"; que hay leyes que atentan contra el derecho de las personas y los
pueblos, y que deben ser resistidas hasta su total abolición. Consideraba que todo
ciudadano, consciente de su responsabilidad, tiene el derecho de oponerse a las
injusticias aun a costa de asumir las consecuencias de desobedecer tales leyes
injustas.
Hace ahora 40 años desde que dos
sentencias del Tribunal Supremo de Estados Unidos (los casos Roe vs. Wade
y Doe vs. Bolton) situaban el aborto en el ámbito del derecho a la privacidad de la mujer. Eso resultó ser el
pistoletazo de salida de una larga lucha por defender la vida de los amenazados
de no ver la luz, víctimas inocentes de la marea de legalizaciones que a modo
de tsunami se extendía por la casi totalidad los países occidentales.
En esta lucha, el viento de los
descubrimientos científicos y del extraordinario desarrollo de la tecnología,
ha ido soplando a nuestro favor. Pronto se pudo desmontar la primera de las falacias
que sustentan el discurso de los abortistas, afirmar que lo que se perdía o
extraía de la mujer eran unas “simples células” o algo vivo pero no humano.
Durante dos décadas, se han
concentrado esfuerzos y recursos para demostrar a la gente que el niño no-nacido es una vida humana.
Hoy día, ya la gran mayoría de las personas saben que el aborto es quitarle la
vida a un ser humano. Incluso muchos abortistas admiten esta verdad.
Estamos pues en una nueva fase
de esta, ya larga, lucha por la vida. Puesto que es muy difícil rebatir lo que
la ciencia nos pone sobre la mesa, los abortistas han cambiado su estrategia,
alimentan una segunda gran falacia, cual es tratar de defender que "los derechos y necesidades de la mujer son
más importantes que los derechos (ellos dicen potenciales) de un feto"; la mercancía que venden es que el aborto es seguro, y que ayuda a la mujer a controlar y mejorar su
vida.
Los pro-vida hemos recogido el
guante y estamos concentrándonos también en la mujer, porque sabemos que no es
verdad, ni hay aborto seguro ni la mujer consigue controlar ni mejorar su
vida, antes al contrario la realidad es que, para la mayoría de las mujeres,
el aborto se ha convertido en una nueva
fuente de sometimiento a la voluntad de otros. Terminando por ser la
segunda gran víctima del aborto.
El aborto lastima a la mujer. En
muchos casos, ocasiona un daño irreparable a su función reproductiva; también,
en los últimos diez años, hemos sabido que puede producir graves daños
psicológicos y emocionales; el síndrome post-aborto es psicológicamente
devastador, afectando las relaciones familiares, de su entorno amistades e
incluso las laborales.
La legislación abortista afecta
sensiblemente a la mujer a través de la incidencia sociocultural que impone a
su entorno relacional, y por eso hace a la mujer víctima aunque no esté de
acuerdo y no tenga intención de abortar.
Desde el momento en que la ley posibilita
separar sexo y procreación, muchos jóvenes no ven por qué tendrían que privarse
del placer sexual; asumen que el aborto es un recurso más para poner fin a un
embarazo no deseado. Algunos pueden pensar: “En el caso de que algo falle y
ella se quede embarazada, siempre podrá recurrir al aborto”. La frase está
construida con toda intención, es toda una bomba… pero quiere reflejar la
realidad, rebobinemos, …si algo falla….
ELLA se queda embarazada…. ELLA
recurrirá a matar al hijo de los dos, y, si ELLA no quiere… ELLA asume
toda la responsabilidad. ¿Será que a las ideólogas feministas de salón se
han pasado a liberar al macho? ¿No es esto una injusticia?
La legalización del “aborto a petición”, se vende como una liberación, y
en la práctica se comporta como una ruleta endemoniada en la que siempre pierde
la mujer.
Ya que si la mujer aborta, el varón se ve liberado de cualquier
responsabilidad como padre, y a la vez conserva a la mujer como objeto sexual.
Pero si ella decide lo contrario y da a luz a su hijo, también pierde. Puesto
que si sólo ella decidió seguir adelante con el embarazo, la responsabilidad de
educar y mantener al hijo será sólo de ella.
La legalización del aborto ha conseguido el efecto perverso de que algunos varones crean que ellos no tienen
que responsabilizarse de los nacimientos de unos niños respecto de los
que la ley les excluye expresamente en la decisión de
continuar o no con el embarazo; por eso no se sienten en el deber de ofrecer acogida a la mujer ni de contribuir a la manutención del
niño.
Si además, se sabe que el niño viene con discapacidad, la negativa al
aborto, la hace culpable y responsable del
costo y de las “molestias” que traiga consigo ese niño. Pudiendo ocurrir que
hasta el médico, ó sus familiares ó sus conocidos, o todos a la vez la hagan sentirse culpable de la situación. Y,
repito, esto es injusto.
Antes de la liberación del aborto, los hijos siempre eran la natural e inevitable
consecuencia de las relaciones, también, naturales entre hombres y mujeres; eso
hacía que los dos se sabían corresponsables de sus hijos, y la sociedad se
implicaba en ayudas para su formación y cuidado.
Con la liberalización, y siendo el aborto capaz de prevenir (bloquear) de
manera absoluta el nacimiento de un hijo, su “libre disposición” provoca en los
causantes del embarazo la desvinculación de cualquier responsabilidad respecto
al nacimiento. Es ella y sólo ella la que decide si el niño entra al mundo. La ley hace que el niño deje de ser fruto de
una relación de dos para hacerlo depender de una decisión que, atribuye en
exclusividad a su madre. El resultado es que, su familia, el esposo, el
amante, el estado, el patrón o cualquiera puedan
apuntar con el dedo a ella como la persona concreta que permitió la
existencia de un ser humano no querido por alguno de ellos.
La legalización del aborto da al
hombre un nuevo medio para obtener lo que
quiera. En los países en desarrollo, donde a menudo la mujer tiene una
mayor dependencia del hombre, donde culturalmente se vive “un cierto machismo”
la legalización del aborto coloca a las muje-res en una posición de
inferioridad al dar a los hombres una nueva excusa para manipularlas como “objetos
sexuales”. Y esto es muy injusto.
Les prometían libertad y solo
recogen aislamiento, soledad y crítica, cuando a cuenta de esa pretendida
libertad, (teóricamente moneda de dos caras) opta por tener a su hijo. Si toma la otra cara, no tiene un panorama
mejor, pero esto lo analizaremos otro día.
Si una ley es capaz de amparar
tantas injusticias, es sin duda una ley injusta que debe ser combatida y
resistida, hasta su abolición (Henry
Thoreau).
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Para
saber más:
Aborto y machismo Dr.Richard Stith [www.miradaglobal.com]
La cuestión
legal sobre el aborto Pedro
Trevijano Etcheverria [www.religionenlibertad.com]
Engaños y consecuencias que
enfrenta la mujer que aborta Laura Nelson [www.embarazoinesperado.com]
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