Mentir, dice el diccionario
de la RAE, es “Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa
// Inducir a error”. La sociedad acostumbra a reprobar al mentiroso, porque es
responsable de las conductas censurables que pueda tener aquel a quien se ha engañado.
Cuando uno lee argumentos
que resultan difíciles de encajar con la realidad objetiva, tiende a pensar que
el que emite tales argumentaciones, o está
mintiendo o solo está haciendo alarde de su ignorancia. En la primera opción
debe ser reprobado y censurado por dañino, y la segunda opción debe ser también
denunciada por temeraria y potencialmente también dañina.
El Sr. Javier
Gallego elija si está mintiendo o solo exhibiendo su ignorancia, a
propósito del artículo “Por qué la nueva ley del
aborto es inaceptable” que aparece en el eldiario.es del
28 de diciembre pasado.
Seguidamente
intentaré explicar a los lectores por que los argumentos del Sr Gallego son
difíciles de encajar con la realidad objetiva que la ciencia y el sentido común
nos ofrecen. Trataré de hacerlo tras cada argumentación del Sr Gallego que
transcribiré literalmente.
«Porque es una ley machista y
degradante. Esta ley fulmina
cualquier derecho de decisión de la madre que ya no podrá abortar nunca cuando
decida libremente sino solo cuando el Estado, médicos y jueces lo dictaminen y
los supuestos de violación o riesgo para su salud decidan por ella. La mujer
pierde toda libertad de elección sobre su propio cuerpo. Ahora es papá Estado y
los padres en el caso de que la mujer sea menor de edad, los que toman el
control de su organismo. La mujer aunque sea mayor de edad es reducida a la
minoría de edad legal. Queda reducida a un recipiente para producir vida. La
mujer será solo una incubadora del hombre».
Para empezar le
diré que “machista” si es defender que la mujer pueda ser objeto de placer
sexual y luego dejarla a su suerte y que ella sea la que apechugue con las
consecuencias de tener al niño o liquidarlo. Eso antes, se le llamaba “derecho
de pernada” y es la forma más vil de violencia machista.
Pero es que es
mentira (o falso) que la ley produzca una pérdida de libre elección sobre el
cuerpo de la mujer, porque la ley trata
de armonizar y sopesar la posible colisión de derechos de dos seres distintos,
o, de dos cuerpos, como guste llamarlos el Sr Gallego.
Pero, además, se
insulta a la mujer, porque lo verdaderamente degradante es abajar la realidad de
una maternidad asimilándola peyorativamente a conceptos como “recipiente” o “incubadora”.
«Porque es una ley injusta y
autoritaria. Le arrebata a la
mujer todo derecho sobre su cuerpo para dárselo al no nacido. Primero es
absurdo que un ser que depende de ella y que es parte de su cuerpo, tenga más
control sobre la mujer que ella misma. Después es intolerable. En el cuerpo de
la mujer ya no manda su cabeza sino su útero y sobre su útero, el Estado.
Mujer, tu vientre no es tuyo, es del gobierno. Se debe buscar un equilibrio
entre los derechos de ambos pero con esta ley pasamos a darle toda la
protección al concebido quitándosela a la madre».
El propio Sr.
Gallego está ahora admitiendo que “hay un no nacido al que se le otorga un
derecho que se le arrebata a ella” ¡Caramba! Parece que ahora si son dos.
Además, ¡no se lo
pierdan! el otro que depende de ella y al tiempo es parte de ella tiene más
control que ella misma. Alguien diría que se está haciendo un lio, o
que trata de liarnos.
Termina
confirmando la dualidad de seres cuando afirma que “se debe buscar un equilibrio
entre los derechos de ambos”...
Pues va a ser que sí.
«Porque es una ley ilegal y
misógina. La mujer tendrá menos
derechos que una criatura que aún no tiene personalidad jurídica según el
artículo 30 del Código Civil que establece el nacimiento como el momento en el
que nos convertimos legalmente en personas. Es una ley ilegal. Y es misógina.
La mujer queda por debajo de un ente anterior a la ley. Es menos que un ser que
aún no es. La mujer no es. La mujer no existe, luego no tiene derechos. Tiene
menos derechos que una no persona. El gobierno no solo es machista y relega a
la mujer, más aún, es misógino y la elimina».
De momento vamos
bien, admitimos la existencia de la criatura. Pero ¡vaya por Dios! no tiene
personalidad jurídica, porque parece ser que eso se nos otorga con el
nacimiento... ¿Y? Tampoco “vota”
porque eso se nos otorga con la mayoría de edad. Pero esa criatura “es ” y sobre todo es “un quién ”, alguien distinto
de su madre pero que necesita de ella en mayor o menor medida “tanto antes como después de nacer” o sea
“siempre”.
¿Misógina?, parece
Sr Gallego que aquí también se le ha hecho
un lio la... argumentación. Solo léase el título de la proyectada
ley. No señor, no odia a la mujer, trata de protegerla, de asistirla, de
no dejarla tirada con su “problema” al albur de los carroñeros.
«Porque es una ley
inconstitucional e insultante. La
mujer embarazada no existe como sujeto de derecho durante la gestación, solo
vuelve a serlo cuando es madre. Ya lo dijo Gallardón: “La maternidad libre hace
a las mujeres auténticamente mujeres”. El gobierno obliga a la mujer a ser
madre para que sea libre. Un oxímoron en toda regla. Para este gobierno la mujer
es un ser incompleto que solo llega a ser una ciudadana completa con derechos y
libertades cuando se convierte en madre (como dios manda) y por eso hay
que obligarla porque sola no es capaz de llegar a ser alguien. Otros la
completan: los hijos, el esposo, la familia, el jefe, el Estado. Esta ley es
una vulneración flagrante del artículo 10 de la Constitución que defiende la
dignidad de las personas».
¡Se puede mentir
más descaradamente! si no existe como sujeto de derecho, entonces de que
estamos hablando criticando una ley que trata de regular derechos de un sujeto,
que según el Sr Gallego, no existe.
Si se me permite
la licencia diré que el Sr Gallego está “oximonorizado” porque no para de combinar en la misma
estructura sintáctica palabras y expresiones de significado opuesto, buscando
originar un nuevo sentido favorable a su tesis. Dejo al buen entender del
lector la comprensión de mi “licencia”.
«Porque es una ley paternalista. Los insultos a la inteligencia de todos y a
la dignidad de la mujer van más allá. Como la mujer es un ser sin entidad ni
identidad durante la gestación, la ley tiene que buscar fuera a los
responsables del aborto ilegal. Y les ha tocado a los médicos. El ministro
presume de este punto que es, sin duda, uno de los más aberrantes: se exime de
responsabilidad a las mujeres, ergo no se las considera sujetos pensantes con
voluntad propia. Son los médicos (que las completan) los que abortan por ellas,
pobrecitas».
Ahora, las
afirmaciones de nuestro Sr Gallego son, además de tendenciosas, gratuitas, pues
solo pueden convencer a quienes no se
hayan leído el anteproyecto de la ley y crean ciegamente en que le
están “colando”.
Se trata de una
interpretación libre del texto con atribución
de intenciones que no resisten la prueba de una simple lectura del
texto.
«Porque es una ley incoherente. Solo en dos supuestos prevalece la vida de
la madre frente a la del nasciturus: en caso de riesgo para la salud materna y
en caso de violación. En el resto de circunstancias, el aborto es un crimen
pero en estas dos excepciones el Estado hace la vista gorda, nos perdona el
asesinato y él mismo provee de los medios para perpetrarlo. Estos son los
desatinos que se producen cuando se trata de compaginar el estado de derecho
con la creencia de que dios es el dueño de nuestras vidas. Es una ley tan
incongruente y tan abusiva con las mujeres que solo se justifica por la fe más
ciega pero ni siquiera en ese aspecto es una ley coherente».
No, no es incoherente porque no es
confesional, como “entreveladamente” pretende
hacerla pasar para precisamente tacharla de incoherencia. Si como dicen por
ahí, la hubiesen dictado “los Obispos” no tendría esas dos excepciones.
La ley busca deshacer la aberración de
considerar el aborto como un derecho, y lo hace como honradamente (supongo) cree
oportuno, y tiene todo el derecho a hacerlo. Lo argumenta y lo somete
(someterá) a la discusión parlamentaria que proceda. En principio nada que
reprochar y menos incoherencia.
«... es una ley cruel porque
obligará a tener a niños con malformaciones y anomalías
dolorosísimas a familias que no los desean, muchas de las cuales no tendrán
ayudas a la dependencia que este despiadado gobierno ha recortado
drásticamente. Es contraproducente porque las
leyes más restrictivas aumentan el número de abortos y la
ley anterior los había reducido en un 5% el año pasado. Es peligrosa
porque aumentarán los abortos ilegales en malas condiciones que pondrán en
riesgo la vida de las madres. Es clasista porque solo
las mujeres más pobres se verán abocadas a esos abortos temerarios. Y
es innecesaria y antidemocrática porque el
75% de los españoles son favorables a la despenalización del aborto».
Lo que verdaderamente es cruel es matar porque se sea malformado o con anomalías
aunque sea dolorosísimas.
Es mentira que las leyes restrictivas aumenten el número de abortos, porque antes de 1985, año de la primera
ley del aborto en nuestro país, no se abortaban más de 100.000 niños al año. Porque
con leyes del aborto aplicadas incluso en fraude de ley (véase el caso Morín)
el aborto ha ido aumentando hasta cifras inimaginables. El lector bien
informado sabe que el descenso del 5% que nos cuenta el Sr Gallego, está en
buena medida explicado por el descenso brusco de población joven que suma a los
emigrantes que han vuelto a su país y a las jóvenes españolas que han emigrado
en busca de trabajo a causa de la crisis.
Y finalmente resaltar que decir “el 75% de los españoles son favorables a
la despenalización”, no
quiere decir que todos ellos estén de acuerdo con que se consagre como un derecho.
Aquí el amigo Sr Gallego nos ha querido dar gato por liebre.
«... es una ley totalitaria porque el Estado ejerce control
absoluto sobre la vida de las mujeres, las borra del mapa como entes jurídicos
y pensantes, pone en riesgo su salud, las desposee de su voluntad y toma
posesión de lo que ocurre dentro de sus cuerpos. No ha habido un ataque más
devastador a las libertades individuales en toda la historia de nuestra
democracia».
Es difícil decir
más falsedades, o atribuciones gratuitas, en tan pocas líneas. A estas alturas,
los lectores ya le han visto el plumero al “abortista
cum laude” que nos ha venido ilustrando. Solo me limitaré a reseñar que
las leyes promovidas por un gobierno legítimo elegido democráticamente nunca
son totalitarias. Pueden ser “injustas” como la que padecemos, pero no
totalitarias.
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