Acabo de leerlo.
A muchas personas nos ocurre que lo sabíamos, o lo intuíamos, pero
nos resistíamos a creérnoslo, como un reflejo de auto protección de nuestro propio
concepto de “humanidad”.
Se os rebotará el estómago, deberéis tragar mucha saliva, romper
esquemas mentales de autoprotección...
pero por favor leerlo.
Lo que no se conoce, no se puede odiar ni combatir.
Te traigo integro el artículo publicado en elheraldodelhenares.es
Después de leerlo, si crees en el ser humano, si amas la vida, no te
quedes parado lamentando cuan malos son “los malos”... ¡Coméntalo a tus conocidos y amigos!
¡Difúndelo
por las redes! Es tu oportunidad
de no sentirte cómplice de los carroñeros.
por José Manuel Belmonte - 05-01-14 19:34
La vida
Es un regalo
Los carniceros saben mucho de eso. Es su negocio.
Prefieren la venta de cualquier animal al por menor, es decir por partes o por
piezas.
La inteligente y encantadora Theresa Deisher, de
quien he escrito en varias ocasiones, no es una especialista en carnicería. Es
una prestigiosa científica, fisióloga molecular y celular, de renombre
internacional. Pero sabe mucho del despiece.
Estamos en tiempo de REBAJAS y de ruido. El ruido va
en aumento en España, tras anunciarse el Proyecto de Ley de Gallardón.
Lo que hoy voy a decir, no es nuevo. Lo he dicho ya,
de una forma o de otra, en muchas ocasiones. (Ver más de 400 artículos,
publicados en CiViCa, el Heraldo del Henares, en FARCOSALUD, y en mi Blog:
ESPERANDO LA LUZ).
Tal vez para algunos sea una sorpresa. Intentaré,
con los datos que aporta la investigadora, decir una vez más lo que hay. Tal
vez se entienda mejor si el lector pone un poquito de imaginación o de
silencio. Mejor ambas cosas, si es posible.
El 10 de diciembre 2013, en Washington, Deisher
habló de precios, como si estuviéramos en una carnicería especializada.
Especializada en… despiece de seres humanos. (Lo cuenta J. Francisco Jiménez en
“Las orejas y los ojos pueden ir de 50 a 75 euros y
el cerebro es lo más caro, 999 dólares si proviene de un feto de menos de 8
semanas, pero si está visiblemente dañado tiene un descuento del 30%. Un
páncreas que proviene de un feto de más de ocho semanas cuesta 100 dólares, 75 dólares
si el feto tenía menos de 8 semanas.
El pulmón y el corazón, en bloque vale 150 dólares y
un cadáver embrionario intacto de menos de 8 semanas cuesta 400 dólares, 600 si
es mayor. La sangre del cordón umbilical sale a 125 dólares, la columna
vertebral a 150 dólares y la médula espinal cotiza a 325 dólares. ¡Ah!, si
compra extremidades, está obligado a adquirir el par como mínimo.
Aunque este lenguaje pueda parecer muy duro, no se
trata del listado de precios de una tienda de despojos del mercado de la
esquina. No se llamen a engaño, es el precio que pagan centros de investigación
biotecnológica a las clínicas abortistas de Estados Unidos y Canadá para
investigar con los restos de los niños abortados”. Lo cuenta J. Francisco
Jiménez en
Esto no es todo lo que hay. Los laboratorios de
industria regenerativa, cosmética y belleza y la industria alimentaria, con los
potenciadores de sabor, tanto en salsas como en bebidas, pagan también sus
precios en ese mercado.
Esto lleva años sucediendo y sabiéndose. Otra cosa
es que se pudiera demostrar, hasta que alguien de dentro filtró los datos, o
infiltraron tecnología para que se viera. Pero incluso después de tener las
imágenes, se han seguido negando los hechos. Lo cierto es que “la investigación
médica actual se ha convertido en una fuente de negocio ‘extra’ para los
abortorios que hacen negocio segando vidas y luego las venden a través de
precios estipulados y fijados”. Siempre lo mejor se paga más.
“Los especuladores de la miseria humana” han
encontrado “un ‘producto’ para hacer el comercio espeluznante del aborto aún
más rentable”, afirma James Hughes, uno de los destacados luchadores para que
se prohíba este comercio.
Como en cualquier comercio, los precios se fijan en
función de la demanda. Por lo mismo, que nadie se imagine que no hay demanda
mundial. La científica dio a conocer que en EEUU había: “más de 4.400
solicitudes de partes frescas de cuerpos fetales con el propósito de
desarrollar investigación biomédica en el 2009”. Es decir, de una sola rama).
La Dra. Deisher ha explicado que, los cuerpecitos o
sus partes, no se destinan únicamente “como herramientas de investigación
biomédica, sino como terapias médicas reales”. Y que “los fetos de 12, 14, 16 y
18 semanas de gestación son triturados y sus células se implantan en personas
que han sufrido accidentes cerebrovasculares o la enfermedad de Parkinson”. Sin
embargo “el mejor tejido para el corazón se obtiene de un niño de 22 semanas de
gestación”. (En internet sus propios colegas intercambian información sobre
cuándo el órgano humano de un feto está en mejor estado para ser utilizado).
No hablamos hoy del aborto, que tiene un precio en
cada país; y un coste psicológico y de valores, incalculable. Lo que se dice es
que no todo queda ahí. En la clínica abortista no acaba todo. Más bien entonces
empieza otra odisea de la que muchos se aprovechan. “Cada día se trasladan
cuidadosamente paquetes de restos humanos de fetos para ser utilizados por
parte del gobierno, universidades, laboratorios farmacéuticos y otros
laboratorios de biotecnología” según explica el portal de noticias Notifam.
¿Cómo hemos podido llegar a esto?
La investigadora responde que, aunque muchos no lo
sepan, se han tenido que dar los siguientes pasos:
1) Lo primero, fue legalizar la muerte de esas
criaturas inocentes, mediante el aborto.
2) Después, se ha legalizado el tráfico de sus
órganos. Las clínicas abortivas de Estados Unidos comercian con los restos de
los fetos abortados en sus salas. Según los datos de que dispone “en Estados
Unidos podría haber hasta un millón ochocientos setenta mil de esas
transacciones en las que los científicos amparados en sus instituciones piden
partes de los cuerpos abortados”.
Pero, ¿esto sucede solo en Estados Unidos? No. El
aborto es un negocio muy lucrativo y mueve mucho dinero a nivel mundial.
3) Para ello, antes hay un trabajo de campo,
ideológico de deshumanización. Este trabajo de zapa requiere mucho dinero y
llegar a mucha gente a través de todos los medios imaginables y en la mayoría
de países. “Lo que primero… es a) cambiar nuestra forma de pensar sobre ellos
(los fetos) y, por supuesto, b) luego en realidad tenemos que deshumanizarlos,
y por lo general hacemos eso negándoles el alma. En consecuencia, se dice que
no son humanos como el resto de nosotros”.
Recuerden: “Es un ser vivo, pero no un ser humano”,
dijo la Ministra de Zapatero.
4) La especialista lamenta esa carnicería y ese
comercio de órganos humanos, pero afirma que es consecuencia de esa
deshumanización que termina convirtiendo al niño concebido como un objeto, como
una mercancía. “En la actualidad estos restos se han convertido en un artículo
de consumo indispensable para muchos investigadores y científicos de Estados
Unidos, y una exportación lucrativa de las clínicas de aborto de Estados
Unidos”. Pero también cruzan fronteras. Las del sur con México, y las del norte
con Canadá.
Antes que traspasar las fronteras de los países, los
humanos hemos traspasado las líneas rojas de la dignidad y de la humanidad. Las
fronteras que se han hecho permeables o inexistentes son las mentales. El
aborto no es un problema de útero, ni de “derechos”, es un problema mental y un
problema de corazón.
NOTA:
Cuando ya tengo redactado el artículo, me llega una
alerta para que firme contra la masacre de 14.000 delfines en Perú.
Es tan fuerte el contraste con lo que acabo de decir
que me hace pensar. Se me ocurre preguntarme y preguntar:
¿Firmaría usted una alerta para que se pare la
matanza de 112.000 fetos humanos, cada año en España? ¿Lo haría si supiera a
qué número asciende la masacre en Europa? ¿Estaría dispuesta/o a estampar su
firma contra el aborto y su comercio en su país? ¿Se lo echaría a su conciencia
como “regalo de Reyes”?
Esa respuesta, es lo más importante para comenzar el
año.
José Manuel Belmonte
Fuente:
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