A propósito de la disertación
“académico-histórica” que nos ofrece el Sr. Rodrigo Tena en su artículo Ley
del aborto: una reforma 'ideológica' que publica en el diario elpais.com de ayer.
Todo un esfuerzo, remontándose
hasta Napoleón para terminar diciéndonos que la reforma es ideológica porque “Comprobamos fácilmente que el ministro lo
que pretende es defender el principio de que el aborto no es un derecho, con
independencia de si se producen más o menos abortos o si los que se realizan
son peores por afectar a un embrión más desarrollado. (...)”.
Desde mi punto de vista, la
cita contiene solo:
1. Una obviedad, y por ello no ideológica, “el principio de que el aborto no es un
derecho” ya que a nadie le cabe ostentar
el derecho a disponer de la vida de un semejante.
"Nadie tiene derecho a
arrebatar la vida a otro ser humano, absolutamente nadie” (José Luis Rodríguez Zapatero,
Ginebra, 24 Feb 2010), por citar a alguien de su propia cuerda con la intención
de que les sirva.
2. Una asignación,
“gratuita”, de intenciones (nada ideológicas, en todo caso malévolas) al ministro,
atribuyéndole, básicamente, que le da
igual la cantidad o la calidad de los abortos que se generen.
Pero el asunto es que de
entre los voluntarios, de todos los colores y hasta versos sueltos propios, a defenestrar una reforma anunciada que se
encuentra en su fase más inmadura, ni siquiera concebida, tan solo “anteproyecto
de ley” hay muchos con inmensas anteojeras 1 en el más puro estilo de la acepción 4ª de la RAE.
Actitudes
mentales obtusas incapaces de ver más allá de sus caladeros de votos, y prejuicios ideológicos que
desenfocan la realidad para hacerla parecer digerible y asumible.
Abundan profetas como los
que ya “nos lo metieron por la escuadra” en 1985 a base de exagerar la cifra de
abortos clandestinos; pero la legalización consiguió hacer palidecer aquellas
cifras “horrendas” que crecieron exponencialmente hasta la insufrible cifra de
2 millones de víctimas directas. Hemos vivido el fraude de ley que se pretendía arreglar con la reforma del 2010, pero
que lejos de arreglar el problema, habilitó un “guantánamo legal” para las
primeras 14 semanas de vida del ser humano. Ahora nos vienen acusando de todos
los males del mundo, desde que 100.000 mujeres se invisibilizaran, hasta que
seremos responsables de muertes clandestinas en quien sabe que antros. Todo un
montaje para defender con uñas y dientes el negocio que ven esfumarse. Lobos
con piel de oveja convenciendo a caperucita de lo mala que está su abuelita.
Algunos, hasta pueda parecer
que tratan de argumentar de buena fe, pero las anteojeras les permiten “no ver”
la parte “cruenta” del aborto, y defienden lo indefendible a base de repetir
una y mil veces “la misma ‘miope’ parte
de la realidad que alcanzan a querer ver”, como discos rayados, y que al
final parece que terminan creyéndoselo.
No hay ideología en asegurar
que para desembarazar a una embarazada antes de “termino”, es
imprescindible y previo (conditio
sine qua non) matar al “quien”
que vive dentro de ella, para posteriormente extraerlo; así de simple, así de crudo y así de inhumano.
Por cierto, por si le sirve
a alguno de los defensores empeñados en librarnos de los discapacitados por el
método de su eliminación, decirles que su progresismo camina hacia atrás varios
milenios, porque, salvando la sofisticación y anticipación temporal (edad de las
víctimas) que les permite la tecnología, el resultado y las motivaciones no
tienen gran diferencia con los estilos espartano (Taigeto) o romano (roca Tarpeya).
Por citar solo dos de los casos que nos ha deparado la parte negra de la historia, y de cuyos
errores no queremos aprender.
1 1. f. Caja en que se tienen o
guardan anteojos.
2. f. Pieza acoplada al ocular de un aparato óptico
que sirve para evitar el deslumbramiento y proteger los ojos.
3. f. pl. En las guarniciones de las caballerías de
tiro, piezas de vaqueta que caen junto a los ojos del animal, para que no vean
por los lados, sino de frente. Apl. a pers., u. t. en sent.
fig.
Real
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