lunes, 13 de octubre de 2014

Un funámbulo en la Moncloa



Aunque cueste creerlo, estamos gobernados por un funámbulo1 venido arriba. El presidente, solo o con la ayuda de otros, ha decidido iniciar la búsqueda de un consenso imposible subiéndose a un alambre incierto. Ciego de sensatez, no parece consciente del precipicio que se abre a sus pies.
Da vértigo verle suspendido de una tiranta que: unos “amenazamos con soltar”, y otros, “mientras aplauden”, no dejan de agitarla  desde hace, ya casi, tres años para celebrar como se despeña.
Parece todo un viaje a ninguna parte, si al final elude el precipicio y logra llegar a la orilla que le aplaude, puede que se encuentre con un “Roma no paga a traidores”, o que...  para conversos...  prefieren “el original” porque el copyright les pertenece.
Si amigos, tras días de desesperanza, de rabia, de amargura, de no terminar de creerme un suicidio político tan patente. Al final, repasando la prensa, he compuesto para vosotros una crónica de una “semana loca” donde parece el mundo al revés.

El próximo día 22 de noviembre, agitaremos el alambre para que despierte de su “sensata quimera”  y se recomponga el equilibrio.  Si además de ciego, resulta también sordo...  pues que vaya tomando nota...  que... “verdes las han segado”.
mmmm
1. m. Arte del funámbulo (‖ acróbata que realiza ejercicios).
2. m. Habilidad para desenvolverse ventajosamente entre diversas tendencias u opiniones opuestas, especialmente en política.

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