Aunque cueste creerlo, estamos gobernados por un
funámbulo1 venido arriba. El presidente, solo o con la ayuda de
otros, ha decidido iniciar la búsqueda de un consenso imposible subiéndose a un
alambre incierto. Ciego de sensatez, no parece consciente del precipicio que se
abre a sus pies.
Da vértigo verle suspendido de una tiranta que: unos “amenazamos
con soltar”, y otros, “mientras aplauden”, no dejan de agitarla desde hace, ya casi, tres años para celebrar
como se despeña.
Parece todo un viaje a ninguna parte, si al final
elude el precipicio y logra llegar a la orilla que le aplaude, puede que se
encuentre con un “Roma no paga a traidores”, o que... para conversos... prefieren “el original” porque el copyright les pertenece.
Si amigos, tras días de desesperanza, de rabia, de
amargura, de no terminar de creerme un suicidio político tan patente. Al final,
repasando la prensa, he compuesto para vosotros una crónica de una “semana loca”
donde parece el mundo al revés.
El próximo día 22 de noviembre, agitaremos el alambre
para que despierte de su “sensata quimera” y se recomponga el equilibrio. Si además de ciego, resulta también sordo... pues que vaya tomando nota... que... “verdes las han segado”.
mmmm
1 Funambulismo.
1.
m. Arte del funámbulo (‖ acróbata que
realiza ejercicios).
2.
m. Habilidad para desenvolverse
ventajosamente entre diversas tendencias u opiniones opuestas, especialmente en
política.
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