En consonancia con el estado
de ánimo tras lo que supimos el pasado día 3, sobre las intenciones del
gobierno, traigo hoy el artículo de Miró
i Ardèvol que lo explica
bien clarito.
Me he tomado la libertad de resaltar parte del
último párrafo para que no pase desapercibido y nos hagamos la pertinente
pregunta.
La reforma de la ley del aborto: un electorado engañado
05/07/2013
El
anuncio de la vicepresidenta del Gobierno, Sáenz de Santamaría, de que la
reforma de la ley del aborto se aplaza sin una fecha es un duro golpe a la
confianza depositada en el Partido Popular por un amplio sector del electorado.
No era una confianza vana. El PP incorporó en su programa electoral este
compromiso con una cierta indeterminación, es verdad, pero dejando clara la
opción de la reforma de la ley. Después, el ministro de Justicia, Ruiz
Gallardón, se encargó de precisar en diversas y reiteradas ocasiones el enfoque
concreto que podía tener esta reforma.
Ahora,
quien más manda en el Gobierno después del presidente Rajoy afirma que de lo dicho nada de nada. No puede ser. Si lo aceptamos con indiferencia porque es el partido al que en su momento se votó, habremos asentado definitivamente la obra de Zapatero, porque, hay que decirlo con claridad, es lo que exactamente está haciendo Rajoy con algunos matices que para nada modifican el aserto. Es bien cierto que la Educación para la Ciudadanía ha pasado a mejor vida y que en la futura ley de educación la enseñanza religiosa vuelve a tener un trato racional, pero a cambio de esto estamos asumiendo dos cosas mucho más graves: la ley del matrimonio homosexual y la adopción, y la perduración de una legislación tan radical como la que actualmente rige el aborto en España. Hay que decir, datos en mano, que el Partido Popular nunca se ha mostrado particularmente proclive a reaccionar en contra de esta brutalidad. El Gobierno de Aznar no cambió ni una coma y el aborto creció y creció, impasible el ademán de su Ejecutivo. Ahora se está repitiendo lo mismo pero con mayor amplitud, toda la legislación zapateril que no es de carácter económico se mantiene contra viento y marea, el enfoque sobre el uso de embriones como material de laboratorio, la figura de la doble madre, en definitiva, todo aquel universo que ha trastocado profundamente los fundamentos antropológicos de España.
quien más manda en el Gobierno después del presidente Rajoy afirma que de lo dicho nada de nada. No puede ser. Si lo aceptamos con indiferencia porque es el partido al que en su momento se votó, habremos asentado definitivamente la obra de Zapatero, porque, hay que decirlo con claridad, es lo que exactamente está haciendo Rajoy con algunos matices que para nada modifican el aserto. Es bien cierto que la Educación para la Ciudadanía ha pasado a mejor vida y que en la futura ley de educación la enseñanza religiosa vuelve a tener un trato racional, pero a cambio de esto estamos asumiendo dos cosas mucho más graves: la ley del matrimonio homosexual y la adopción, y la perduración de una legislación tan radical como la que actualmente rige el aborto en España. Hay que decir, datos en mano, que el Partido Popular nunca se ha mostrado particularmente proclive a reaccionar en contra de esta brutalidad. El Gobierno de Aznar no cambió ni una coma y el aborto creció y creció, impasible el ademán de su Ejecutivo. Ahora se está repitiendo lo mismo pero con mayor amplitud, toda la legislación zapateril que no es de carácter económico se mantiene contra viento y marea, el enfoque sobre el uso de embriones como material de laboratorio, la figura de la doble madre, en definitiva, todo aquel universo que ha trastocado profundamente los fundamentos antropológicos de España.
Los
católicos, los cristianos, no solo aquellos que se sienten comprometidos con la
Iglesia y con los sacramentos, sino los que se autocalifican como tales con
independencia de su práctica o comparten la visión cristiana del ser humano,
aunque no estén dotados de fe, han de ver que si el PP no modifica
sustancialmente este hecho anunciado por Sáenz de Santamaría, su voto no puede
reiterarse a aquel partido. Seguro que hay otros motivos por parte de muchas
personas por no volver a votar al PP, pero ahora me ciño a uno de bien concreto
y en conciencia. Es más, si el Gobierno no cambia de actitud, los ministros
católicos que hay en el mismo, me refiero aquellos que de forma notoria lo son
y también a aquellos que en conciencia se siente vinculados a la Iglesia, deben
dimitir. No tiene ningún sentido mantener la ficción de que el PP acoge a los católicos
porque esto no es una afirmación de principios, sino que debe basarse en hechos
concretos y, hasta ahora, estos señalan escandalosamente en la dirección
contraria.
Pudiera
ser que las declaraciones de Sáenz de Santamaría fueran puramente un globo
sonda, simplemente una de aquellas fugaces manifestaciones recogidas en los
pasillos del Congreso y que en realidad se mantuviera la voluntad de reforma,
pero esto es fácil de constatar: basta que la propia interesada, la
vicepresidenta del Gobierno declare que sus palabras han sido mal interpretadas
y que el Ejecutivo mantiene su compromiso de reformar la ley, y que lo acompañe
con una fecha cierta. Porque hay un factor innegable, si esta ley no se aborda
en la primera mitad de la legislatura, menos se hará en las proximidades de las
elecciones.
El panorama es bien triste y por eso no nos podemos conformar
con él. Hoy, con alguna contada y pequeña excepción,
el conjunto de partidos de España incluido el PP, en un lugar destacado porque ocupa el Gobierno,
son favorables al aborto de Zapatero. Es necesario tomar nota de este dato y preguntarnos si
somos tan pocos y tan débiles para que esta situación responda a la realidad o
es puramente la incapacidad de los católicos de ponernos de acuerdo y actuar, lo que lo hace posible.
Josep
Miró i Ardèvol
Presidente
de E-Cristians y miembro del Consejo Pontificio para los Laicos
No hay comentarios:
Publicar un comentario