Mañana celebramos el Día de los Derechos Humanos; en los más de los “medios”, seguramente, encontraremos
hermosos y almibarados escritos ensalzándolos como un logro de nuestra
Civilización.
Nuestra particular celebración queremos iniciarla
desde lo que hace un año escribimos, y nos “prometíamos” en este mismo blog:
«… tiempo de reflexión y de recapitular otro año
que va tocando a su fin. ¿Cómo nos ha ido en las cosas que más
importan?, ¿nos sentimos más humanos?, ¿qué apuntamos
en el “haber” para lograr un mundo mejor y más habitable?, ¿respetamos a los demás en la misma medida
que reclamamos para nosotros?
»En lo que a nosotros nos toca, el Derecho a la
Vida y a la Dignidad de todo Ser Humano, tenemos unos inmensos “noes” en
respuesta a las cuestiones propuestas. Los 1.720 millones de muertos por
aborto desde 1973 forman un inmenso borrón que envilece a nuestra
generación; admitir como derecho "decidir sobre la vida o muerte de un
ser humano" es una bandera colocada sobre una colina de dolor, tortura y
muertes …
»…En nuestro país estamos esperanzados en que
finalmente el gobierno materialice la reforma prometida a sus electores, que
ahora parece que definitivamente va a ser que sí, y antes de fin de año, en
palabras bien recientes del propio presidente Rajoy. No esperamos lo mejor,
pero es difícil empeorar lo que tenemos…»
[Puedes ver la entrada completa AQUI]
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Y desde aquello que nos prometíamos, recapacitar nuestra
situación un año después. ¿Qué ha pasado
en este larguísimo año? ¿Se han sustanciado en alguna medida la esperanza
esbozada…?
Lamentablemente, tras un escandaloso baile de “paso adelante paso
atrás” nos han matado toda esperanza. En
materia de derechos humanos (de manera especial para los más débiles e
indefensos de entre nosotros) un terrible “dejar estar” que consolida la
injusta ley del 2010 y sus dolorosas secuelas.
Y así se lo decíamos, el pasado día 24 de Septiembre, al Sr. Rajoy cuando
finalmente nos mostró sus “cartas”, su penosa postura política del “estarse
quieto”. Alguien cercano al Presidente debería recordarle que “Hay algunos obsesos de prudencia, que a fuerza de querer evitar
todos los pequeños errores, hacen de su vida entera un solo error” [A.
Graf, poeta italiano], y de que algunos (o muchos) contagiados de su ansia de
sensatez podrían pensar, con R.
Descartes, que “es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado
una vez”.
«….Llevamos tres larguísimos años tragando
"quina", de la más amarga, y pensando que no teníamos otro remedio
porque habíamos caído en un pozo negro empujados por el anterior ejecutivo.
Pero la "gota de ayer" era puro "cianuro"... nos ha
matado toda esperanza y ya no nos quedan argumentos ni disculpas para
entenderle….»
[Puedes ver la entrada completa AQUI ]
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Sobre derechos se puede escribir mucho, muy prolijo, e incluso muy sesudo
y erudito; pero, para “los más” de los
mortales, se agradecen los discursos “claritos” y entendibles. Os invito a reflexionar con el que encontré en
el periódico digital Linares28.es firmado por Gregorio Garrido García
HABLANDO
DE DERECHOS
6
octubre, 2014
Hablamos
de los derechos de los mayores, de los niños, de las mujeres… Hablamos
de los derechos de las personas homosexuales, de las heterosexuales…
Hablamos de derechos humanos, y de derechos de los animales…
Hay
derechos de los que no se habla. Nunca hablamos, por ejemplo, de los
derechos del hombre, posiblemente para no ser tachados de machistas.
Tampoco se habla de los derechos del no nacido (nasciturus), quizás, en
este caso, por aquello que dijo cierta ministra socialista: “un feto de
13 semanas es un ser vivo, pero no un ser humano”.
Desde
la célebre frase, parece que el debate sobre el aborto va más allá de un
simple posicionamiento a favor o en contra, nos toca ahora plantearnos
una pregunta clave:
¿Qué
es un no nacido?
Los
defensores de la vida sostienen que el aborto acaba injustamente con la vida
de un ser humano indefenso, por lo que no hay justificación para su elección.
En caso de que el no nacido no fuera un ser humano, la elección del aborto no
necesitaría justificación que tranquilizara las conciencias.
El
aborto no es fácil para la mayoría de las mujeres. Al contrario, es una
decisión psicológicamente compleja, incluso agonizante en algunos casos. Pero
la cuestión va más allá de lo psicológico hasta convertirse en una cuestión
moral. Todo el mundo está de acuerdo en que el aborto mata a algo que está
vivo. Luego todo depende absolutamente de la pregunta:
¿Qué
tipo de ser vivo es el no nacido?, ¿es humano, sí o no?
Algunas
personas rehúyen a propósito esta pregunta. Simplemente asumen que el ‘no
nacido’ no es un ser humano y se lo quitan como si se quitaran un grano
molesto.
Para
la ciencia los hechos son claros: desde las etapas más tempranas del
desarrollo, los no nacidos están vivos y son seres humanos completos. Por lo
tanto, cada aborto “exitoso” finaliza la vida de un ser humano vivo. Una vida
humana comienza en la conclusión del proceso de concepción.
Para
la filosofía el punto de vista a favor de la vida es inclusivo, profundamente
abierto a todos, especialmente a los que son más pequeños, vulnerables e
indefensos.
Algunos
defienden sin fundamento que el hijo aún no nacido forma parte del cuerpo de
la madre, y que es ella la única que puede decidir sobre el destino del hijo.
La realidad demuestra categóricamente que el hijo es un ser por completo
distinto de su madre, con su propio código genético y su propio sistema
inmunológico, que se desarrolla y reacciona por su cuenta, aunque la
dependencia de su madre sea muy intensa, dependencia que, por cierto,
continúa mucho tiempo después del nacimiento.
Por
tanto, pretender que el hijo forma parte del cuerpo de la madre no es, en el
mejor de los casos, más que una muestra de absoluta ignorancia.
Hay
que recordar que los ‘no nacidos’ son los humanos más débiles, que necesitan
de una mayor protección de todo tipo.
La
Declaración sobre Derechos del Niño, que entró en vigencia a nivel
Internacional en 1990, declara en su preámbulo: “El niño, por su falta de madurez física y mental, necesita
protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto
antes como después de su nacimiento”.
En
el pasado, se acostumbraba a discriminar en base al color de la piel y al
género, pero ahora, con el aborto por elección, discriminamos basándonos en
el tamaño, el nivel de desarrollo, la ubicación y el grado de dependencia. Simplemente cambiamos una forma de intolerancia por otra.
¿Hasta
dónde se pueden ejercer los derechos individuales?
Como
es sabido, los derechos humanos no son absolutos, sino que tienen límites de
“hecho” y de “derecho”. Los límites de “hecho” se deben fundamentalmente a
situaciones sociales o económicas que restringen el ejercicio de los mismos,
(por ejemplo, el derecho al trabajo en el caso de escasez del mismo). Sin
embargo, los límites de “derecho” radican en propio sistema jurídico o como
consecuencia del carácter del mismo, poniendo límites a los derechos en el
derecho ajeno. Es decir, el ejercicio de un derecho puede chocar con el
derecho de otra persona, como es el caso del derecho a decidir de la mujer en
el aborto, pues choca frontalmente con el derecho a la vida del nasciturus.
Como
no podría ser de otra forma, las mujeres tienen derecho a tomar sus propias
decisiones, pero en el caso de embarazo no puede decidir sobre el destino de
su hijo y tomar la decisión de abortar.
Si
el no nacido es también un ser humano, no debería matársele en nombre del
derecho a decidir sobre su cuerpo, de igual forma en que no lo haríamos con
un niño pequeño. Pero ese es el problema, ¿no? ¿Son los no nacidos seres
humanos como los niños pequeños? Ese es el problema que importa y por mucho
que queramos, no podemos escapar de él. […]
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Ignoramos
porque compartimos, también mañana, conmemoración con los animales [Día
Internacional de los Derechos de los Animales], pero el hecho nos hace recordar
una palabras del académico John Noonan, en su libro “New Perpectives on Human
Abortion” [Aletheia Books, University
Publications of America, Inc.], donde, mientras reflexiona sobre el trauma que
ocurre con el aborto, dice
"No hay leyes que regulen el sufrimiento de
los abortados, aunque sí las hay para mitigar el dolor de los animales... Es
un signo, no de error o debilidad,
sino de compasión cristiana el amar a los animales.
¿Podrán aquellos que se sienten conmovidos por la
ballena arponeada, sentir compasión por el niño impregnado de solución
salina...? Todo nuestro conocimiento del dolor ajeno es por simpatía, pues no
sentimos el dolor de otros. Es por eso que el dolor ajeno es tan tolerable
para nosotros. Pero si nos identificamos con los que sufren, ¿podremos sentir
algo de lo intolerable?".
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Termino
haciendo votos porque llegue, más pronto que tarde, el día en que los Derechos
Humanos nos alcancen, de verdad, a TODOS, sin más acotaciones ni límites que el
“solo hecho de SER HUMANOS”.
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