Abundando
en la idea de las “dos caras” que lastran la valoración ética de la investigación
que implica manipulación de embriones humanos y que tratábamos en el último
post, traigo hoy un artículo, también de http://www.agenciasinc.es/, que puede
pasar como una buena puesta a punto de la cuestión acerca de la selección de
embriones. Su título, Elegidos para nacer, ya nos
pone en “suerte ”...
Solo,
antes, unas reflexiones a modo de participación personal en el “debate” que
suscita el artículo propuesto.
¿Le es
éticamente lícito a un ser humano condicionar la existencia de otro ser humano,
su hijo?
Ortega y
Gasset sostenía que “el hombre no tiene
naturaleza [en el sentido de las cosas], sino que tiene historia ”. El resultado de sumar un “yo, y mi circunstancia”.
Pienso,
que la libertad que nos pertenece como personas, no admite que seamos modelados
o decididos por “otro” más allá de lo que imponga la biología. A cada uno nos
asiste el derecho de “ser lo que queramos ser”.
Cada uno
de los humanos es “su biografía”, su historia no contada [por alguien] sino
auto-realizada en primera persona, vivida desde “dentro” y auto-proyectándose
hacia un desenlace en su “tiempo” [su existencia].
Julián
Marías en un brillante artículo [una visión antropológica del aborto 1] nos
dejaba escrito que
«El niño no nacido aún es una realidad
viniente, que llegará si no lo paramos, si no lo matamos en el camino.
Pero si se miran bien las cosas, esto no es exclusivo del niño antes de su
nacimiento, el hombre es siempre una realidad viniente, que se va
haciendo y realizando, alguien siempre inconcluso un proyecto inacabado, un
argumento que tiende a un desenlace. [...]
» Con frecuencia se afirma la licitud
del aborto cuando se juzga que probablemente el que va a nacer (el que
iba a nacer) sería anormal, física o psíquicamente. Pero esto implica
que el que es anormal no debe vivir, ya que esa condición no es
probable, sino segura. Y habría que extender la misma norma al que llega a ser
anormal, por accidente, enfermedad o vejez. Si se tiene esa convicción, hay que
mantenerla con todas sus consecuencias, [...]Hay quienes no se atreven a
herir al niño más que cuando está oculto —se pensaría que protegido— en
el seno materno, lo cual añade gravedad al hecho en una época en que cuando
se encuentra a un terrorista con una metralleta en la mano, todavía humeante,
junto al cadáver de un hombre acribillado a balazos, se dice que es «el
presunto asesino», la mera probabilidad de una anormalidad se considera
suficiente para decretar la muerte del que está expuesto al riesgo de ser más o
menos anormal. Esta actitud no es nueva; ya se ha aplicado, y con gran
amplitud, en la Alemania hitleriana, hace medio siglo, con el nombre de
eugenesia práctica.»
Debate sobre la selección de embriones 2
Cuando los padres de la fecundación in vitro dieron a conocer su logro, muchos se llevaron las manos
a la cabeza. Pasados más de 40 años, las sofisticadas técnicas de análisis
genético actuales hacen posible la
selección de los embriones más aptos. Un artículo publicado esta semana en la
revista Science reaviva la
polémica sobre el poder de decisión que deberían tener los padres a la hora de
‘elegir’ a su futuro hijo.
Lucía Caballero | 14 marzo 2014 09:02
El 5 de marzo de 1972, un
titular de The New York Times afirmaba
‘Se hace realidad el mito de Frankenstein’. El artículo al que servía de
encabezado no tenía nada que ver con la novela de Mary Shelley. La segunda
parte de la sentencia era aún más inquietante: “Ya disponemos del espantoso
conocimiento necesario para fabricar copias exactas de seres humanos”. Y a su
lado, una foto de un Hitler con expresión amenazadora servía de colofón a la
pieza.
El “espantoso conocimiento”
al que se refería el periódico se había plasmado hacía tres años en la revista Nature
con el título ‘Primeras etapas de la fertilización in vitro de ovocitos
humanos madurados in vitro”. El estudio, firmado por los investigadores
Robert Edwards, Barry Bavister y Patrick Steptoe, era el primero en confirmar
que la creación de un embrión fuera del útero materno no solo era posible en el
mundo feliz ideado por Aldous Huxley.
En julio de 1978, casi diez
años después de la publicación del polémico artículo en Nature, Steptoe
aseguraba que no era “el principio del fin, solo el fin del principio” durante
la rueda de prensa ofrecida tras el nacimiento de Louise Brown, la primera niña
concebida por reproducción asistida.
Pero la controversia ha
llegado a nuestros días, cuando la prestigiosa revista Science ha
publicado un artículo que habla de cómo la tecnología ha superado a la ética en
el posible diseño de un bebé.
Thomas Murray, investigador
en el Centro Hastings de bioética y autor este trabajo, se pregunta “¿cuánto
poder deben tener los padres para elegir quién será su hijo? Dadas las mejoras
de las tecnologías genéticas, genómicas y reproductivas –que otorgan a los
padres la posibilidad de prevenir enfermedades mortales en los niños que
todavía no han nacido e incluso para seleccionar rasgos como el sexo– el
consenso profesional sobre la forma en que deben utilizarse se queda atrás”.
El aspecto importa
Aunque el caso de
Louise Brown demostró que el objetivo de la fecundación in vitro (FIV) no
tiene nada que ver con fabricar niños en cadena, el procedimiento tal y como se
realiza hoy en día continúa requiriendo la producción de varios embriones, más
de los que posteriormente se implantarán en el útero de la futura madre.
“De cada paciente se suelen
obtener unos siete embriones –señala a Sinc María José de los Santos, directora
del Laboratorio FIV del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en
Valencia–. Necesitamos saber cuál tiene más probabilidad de implantar”.
“Tradicionalmente, los
embriones se han seleccionado por su morfología”, indica Alison Campbell,
directora del área de embriología de la compañía inglesa Care Fertility. En
cada estado de desarrollo deben tener cierto número de células con un solo
núcleo, entre otras características que especifica la embriología clínica.
Junto con el estudio
morfológico, se aplican en muchas ocasiones técnicas de análisis genético,
también utilizadas para detectar en el ADN anomalías asociadas a alteraciones
como los síndromes de Down y Turner. Una de las más utilizadas es el diagnóstico
genético preimplantacional (DGP).
“Se ha avanzado bastante en
cuanto al análisis genético –explica De los Santos–. Antes solo podíamos
obtener datos sobre un número muy concreto de cromosomas, ahora somos capaces
de ver todos los pares”.
El estudio del genoma de los
embriones se hace en las primeras etapas de desarrollo. “O bien en el tercer
día, cuando los embriones tienen una media de ocho células, o bien a los cinco
o seis días, cuando las células ya están más diferenciadas –señala De los
Santos–. Entonces cogemos un trocito y analizamos si es cromosómicamente
normal”.
El procedimiento resulta
especialmente útil en el caso de mujeres con abortos recurrentes o de edad
avanzada. “Ahora las mujeres estamos posponiendo cada vez más la maternidad
–comenta la médica–. Para entonces, aunque puedan mostrar un aspecto adecuado,
muchos embriones pueden resultar cromosómicamente anormales”.
El análisis genético
adicional en los embriones “aumenta entre 3.000 y 4.000 euros el precio de un
ciclo”, señala de los Santos. Pero estas técnicas aún tienen muchas
restricciones.
La
controversia ha llegado a nuestros días: algunos especialistas
señalan cómo la tecnología ha superado a la ética en el posible diseño
de un bebé
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“Está prohibido en ciertos
países, es caro e invasivo –admite Campbell–. Con el tiempo será más rápido y
barato, pero siempre habrá pacientes y médicos que prefieran evitar la
extracción de células del embrión”.
En Europa existen
diferencias en la legislación que se aplica a los tratamientos de reproducción
asistida. “En Italia antes no se permitía el diagnóstico genético
preimplantatorio, ahora ya sí. En otro sitios como Suiza o Alemania no se
permite que los embriones se desarrollen en el laboratorio ocho días, como en
España”.
Niño o niña
En algunos territorios del
otro lado del Atlántico las leyes son más permisivas en varios aspectos, sobre
todo en los relacionados con la selección de otras características del embrión.
“En Estados Unidos se permite elegir el sexo sin que exista una razón para ello
–asegura de los Santos–. Incluso se permiten los úteros de alquiler”. Lo mismo
ocurre en México.
El primer niño europeo cuyo
sexo había sido solicitado por sus padres nació en 2003 en una clínica de
Bélgica. Sin embargo, esta práctica continúa planteando cuestiones éticas y
legales que dividen a los expertos.
“No todo se puede hacer
–advierte de los Santos–. Cabría pensar que esto resulte en que las personas
tengan la posibilidad de elegir un niño perfecto. Hay que controlar que la
sociedad no derive en una especie de ‘mundo feliz’ de Huxley”.
En 2009, una clínica de Los
Ángeles decidió añadir a su oferta la selección del color del pelo y los ojos
de los futuros niños. Aunque la probabilidad de éxito en este tipo de
discriminaciones ya es alta, la empresa se vio obligada a retirar su oferta
cuando la opinión pública se mostró totalmente en contra.
El análisis genético adicional en los embriones aumenta entre
3.000 y 4.000 euros el precio de un ciclo, pero estas técnicas aún tienen
muchas restricciones
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A la vanguardia de todos los
métodos de análisis genético y en el top de sus listas de precios se
encuentran las técnicas de secuenciación de última generación (Next
Generation Sequencing o NGS).
A diferencia de los sistemas
de secuenciación tradicionales, estas técnicas son capaces de generar
simultáneamente millones de fragmentos de ADN en un único proceso de
secuenciación y en un tiempo récord.
“La secuenciación del genoma
llegará –vaticina de los Santos–. Mediante las nuevas técnicas de secuenciación
masiva podríamos saber en teoría la secuencia completa del genoma del embrión y
compararla con una base de datos general que te permitiría comprobar si es
portador de alguna enfermedad que incluso fuera desconocida por los padres”.
Sin embargo, según la experta, “aún queda mucho recorrido”.
Santiago Munné –presidente
de la empresa Reprogenetics–, coincide con ella y admite que aunque su
potencial es muy alto, su utilización generalizada “aún no es rentable”.
“El análisis de todo el
genoma no es económicamente viable –asegura–. A 5.000 dólares por genoma y con
un promedio de ocho embriones por ciclo, supondría un gasto de 40.000 dólares
por procedimiento de FIV. A corto plazo hay pocas ventajas, pero los precios
van a seguir bajando y la capacidad de análisis se va a incrementar”.
Robert Edwards, ganador del
premio Nobel de Medicina en 2010, falleció el año pasado. Cuando él y Steptoe
abrieron la primera clínica de reproducción asistida en Bourn Hall, Cambridge
(Reino Unido), difícilmente podrían imaginar hasta dónde llegaría la ciencia en
la disciplina que ellos mismos bautizaron. Y probablemente tampoco el autor de
aquel polémico artículo en The New York Times.
En España, la aplicación
del Diagnóstico Genético Preimplantacional está limitada a unas condiciones y
casos concretos que establece la Comisión Nacional de Reproducción Asistida.
Por ejemplo, la última Ley de Reproducción Asistida, aprobada en 2006 solo
admite la selección del sexo del bebé “con fines terapéuticos” para evitar
enfermedades como la hemofilia y la distrofia muscular.
“Hay unas pautas que
debemos cumplir –explica de los Santos–. De hecho, anualmente se pasa a la
Conselleria de Sanitat un listado de los ciclos en los que hemos hecho este
tipo de análisis genético. Esto en la Comunidad Valenciana, pero ocurre lo
mismo en otras comunidades”.
La experta del IVI pone
otro ejemplo: el de los padres que quieren tener un hijo con unos tejidos
compatibles con los de un hermano que tenga una enfermedad grave para poder
curarlo.
Actualmente, la selección
de embriones con este fin está permitida pero sujeta a la valoración de cada
situación por parte de la comisión. “Una pareja puede decidir tener otro hijo
para que la médula, la sangre o las células del cordón umbilical puedan ayudar
en un futuro a su hermano. Entonces tenemos que hacerle llegar una petición”.
“Algunos sectores de la
sociedad podrían pensar que buscan otro niño como un objeto, pero los padres
lo deciden como una alternativa. Además de darle un hermanito, pueden salvar
la vida de su hijo –recalca de los Santos–. Hay una ética en la fecundación in
vitro para utilizar cada uno de los métodos de selección embrionaria en
función de las necesidades del paciente”.
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Fuente: SINC
2 Fuente: http://www.agenciasinc.es/Reportajes/Elegidos-para-nacer
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