Traigo hoy un post
que quiere rendir homenaje a un gran filósofo y pensador, y, a la vez, para
aprender de él a través de sus preguntas inquietantes y respuestas en una
entrevista de Le Figaro, y que conocemos traducida
del francés a través de “Religión
en Libertad”.
Me he permitido
resaltar en color rojo frases y detalles de un gran pragmatismo que bien
podemos “comprárselas” e incorporarlas a nuestro personal argumentario en
defensa de la vida humana, y de forma especial del embrión humano. Espero que disfrutéis.
Para los valientes os dejo el enlace al original en Le Figaro.
Fabrice Hadjadj
nació en Nanterre en 1971 de padres de ascendencia judía e ideología maoísta.
Vivió su infancia entre Túnez y Francia. Actualmente reside en la Provenza
francesa, donde ejerce como profesor de Filosofía y Literatura. Suele
presentase a sí mismo como “un judío de nombre árabe y de confesión católica”.
Su vida cambió por
completo tras descubrir la fe en 1998, leyendo la Biblia. Está casado con la actriz de teatro
Siffreine Michel, no quería tener hijos y ahora tiene seis. Desde su columna
en Le Figaro y desde otros medios ha sido uno de los
intelectuales que con más vehemencia ha argumentado contra el matrimonio y adopción por parte de homosexuales aprobada en
Francia recientemente, es, además de ensayista y dramaturgo profesor de
Filosofía en institutos, universidades y en el Seminario de Toulon. [1]
El bulo del «proyecto
parental»; sin él ¿no hay persona?
El filósofo Fabrice Hadjadj y sus preguntas incómodas sobre el
embrión: «¿No es acaso humano?»
REL Actualizado 9 octubre 2013
El pasado
mes de julio, la Asamblea Nacional de Francia votó un proyecto de ley que
autorizaba la investigación con embriones humanos (una práctica que daña y
destruye a los individuos humanos en esa etapa de su desarrollo).
El filósofo
Fabrice Hadjadj, director de Philanthropos, el Instituto Europeo de Estudios
Antropológicos (Friburgo, Suiza), analizaba, en una entrevista que reproducimos
a continuación, el estatuto del embrión humano.
Respondía al
profesor René Frydman que, en Le Figaro [2] del viernes 12 de julio, afirmaba: «Para mí, el embrión
no es una persona humana», y declaraba que prohibir la investigación con
embriones humanos era «incoherente y retrógrado».
–Muchos afirman que «el embrión no es una persona». ¿Qué
piensa usted sobre esto?
– Es
curioso, no se busca jamás a un filósofo para practicar una reproducción
asistida, pero no se duda en preguntar a un médico sobre cuestiones
filosóficas.
»Quiero
recordar que la noción de persona es una noción metafísica, de origen teológico
incluso, y que no la podemos emplear así como así sin ser más arribista y más
vanidoso que «El burgués gentilhombre» [la comedia de Molière, del s.XVII].
»Por otra
parte, no sé si usted se ha dado cuenta, pero nos esforzamos en decir «el
embrión», sin más. Pero, ¿de
qué se trata? ¿De un embrión de vaca, de macaco, de ornitorrinco? No, se trata
de un embrión humano.
»A M.
Frydman le ha sido fácil argumentar diciendo: «Un ojo no preparado no puede ver
la diferencia entre un embrión de ratón y un embrión humano». Él, el defensor
del «in vitro veritas», conocedor de la genética y acostumbrado a manejar el
microscopio electrónico, repentinamente se niega a ver el código genético de
este embrión y promociona «el ojo no preparado»
» ¿Implantaría él un embrión de ratón
en las mujeres que le solicitan una reproducción asistida? ¿Por qué no, si no
hay ninguna diferencia? La evidencia es que el embrión sobre el
que estamos hablando es humano. Ningún científico puede decir lo contrario.
»Ahora bien,
eliminar a un ser
humano es un homicidio. Hacer del ser humano un material
excedente es el colmo de la explotación. Y con esto no estoy emitiendo un juicio
de valor. Después de todo, puede
haber motivos para ser un homicida, y numerosos Estados, en
nombre del progreso, han legalizado la explotación y la manipulación de los
humanos. Lo que yo reprocho, como filósofo, es que se rechace llamar gato
a un gato, y que nos abandonemos a circunloquios para disimular.
- ¿Si las cosas están tan claras, por qué este debate?
- Un texto
de Bertrand Monthubert, antiguo secretario nacional para la investigación del
Partido Socialista francés, publicado el 11 de julio, es bastante
significativo.
»Cito su
sabrosa argumentación, en su muy aproximativa gramática: «El embrión no es una
persona, la ciencia es muy clara sobre esto. Si fueran personas, esto significaría que los embriones
que han sido creados y destruidos en el marco de las FIV son asesinatos.
Y éste no es el caso». Esto es todo.
»Hablamos
del «embrión», sin concretar que se trata de un embrión humano. Pretendemos que
la noción de persona es «muy clara» para la ciencia. Y como único argumento
se plantea la imposibilidad
de ser un asesinato.
»La negación
tiene, por tanto, dos causas. La primera es esa palabra, «persona» y la
confusión metafísico-jurídica a la que induce. Haríamos mejor en preguntarnos si estamos ante una vida
humana o no.
»Ahora bien,
puesto
que esta vida es humana, la cuestión es saber si queremos seguir teniendo el
artículo 16 del Código Civil [francés], que establece que «la ley garantiza el respeto al ser humano desde el
principio de su vida», o lo abandonamos.
»La segunda
causa es la dificultad de reconocer que, al seguir una lógica
“tecnicista”, hemos creado una situación irresoluble e insostenible, ante la
cual nuestra conciencia está desorientada. Efectivamente, estos 50.000 humanos congelados, que
querríamos usar sobre todo como reactivos en laboratorios
farmacéuticos, son algo inimaginable. Debemos admitir que estamos más allá de
«Un mundo feliz», de Aldous Huxley.
- ¿Podemos afirmar al mismo tiempo que el embrión humano
«no es una persona», y que «se convertirá en una persona» en la medida en que
se inscribe en un proyecto parental?
– Los
científicos que apoyan esto son, verdaderamente, adeptos de la magia negra. ¡Abracadabra! Yo quiero que sea una
persona, y es una persona. Esto no entra en mi proyecto y ¡puf! ¡La persona
desaparece! Estamos verdaderamente en el reino de los
aprendices de brujos.
»Pero esta manera de
ver,
que hace pensar en la magia, es típicamente tecnocrática. Su
principio es que la voluntad prima sobre el ser, y que por tanto, todo el
estado natural, incluido mi cuerpo, sólo es un material que puedo manipular
según convenga a mis caprichos.
»Sin
embargo, me acuerdo de lo
que decía Hannah Arendt al final sobre el sistema totalitario: la esencia
del totalitarismo se encuentra en su rechazo al nacimiento como acontecimiento
absoluto, es decir, en el hecho de querer
que el individuo no tenga valor a menos que se inscriba en una planificación, que sea el
engranaje de un dispositivo anterior a su llegada, ya sea que
se trate de la ideología del Partido o del proyecto de los padres.
- ¿Podemos aceptar las interrupciones voluntarias de
embarazo y la destrucción de embriones sin proyecto parental y rechazar la
investigación con embriones?
– Es cierto
que todo está unido. Por otra parte es necesario recordar que una fecundación in vitro, al final,
destruye más embriones que un aborto.
»De nuevo,
yo no pretendo posicionarme a nivel ético, y sobre todo en esta ética que todo
el mundo utiliza como una etiqueta, para pagar su buena conciencia. Constato
simplemente que hemos entrado en una era de manipulación radical (es decir,
desde la raíz) de la vida humana…
»A pesar de
todo, el cambio de ley que se quiere actuar no es anecdótico. Hasta ahora,
desde el punto de vista legislativo, el principio era el respeto hacia la vida
humana, y la destrucción o utilización de embriones humanos (podríamos incluso
decir la «comercialización») sólo se permitía a título derogatorio. Hoy en día,
se trata de hacer de la derogación un principio, e inscribir como prescripción
positiva la reducción de lo humano a pura materia.
- ¿No deberíamos tacharle de retrógrado?
- ¿De dónde
viene esta retórica del
«gran salto hacia adelante»? Con ella, Mao causó 30 millones de muertos.
Es
bueno dar marcha atrás cuando estamos al borde del precipicio.
»Además, lo que es
retrógrado es no seguir el camino abierto por el Premio Nobel de Medicina, el
Profesor Yamanaka, con sus células reprogramadas, que no plantean ningún
problema ético. Pero nosotros nos enredamos en la investigación a partir de embriones
humanos (sin duda alguna, como un medio de evitar a nuestra conciencia el
malestar de tenerlas que destruir) y dejamos que Japón nos adelante en métodos que ya han
dado mejores resultados.
- ¿Se puede decir que los que se oponen a la ley están
influidos por la Iglesia Católica?
- M. Frydman
lo ha asegurado en las columnas de su periódico. Lo que es doblemente
desleal. Primera deslealtad: hacer creer que todos los que se
oponen a sus opiniones son unos fideistas irracionales. Esto es
típico del estilo del proceso estalinista.
Segunda
deslealtad: él se deja
presentar como el «padre del primer bebe-probeta». ¿Qué
ha pasado entonces con Jacques Testart? ¿Por qué ya no se habla de
él como el pionero de la fecundación in vitro? Precisamente porque, sin ser católico, Testart ha
denunciado a todos aquellos que «aplauden religiosamente todas las producciones
de laboratorio». Habría mucho que decir sobre el oscurantismo
“cientifista” y sus fanáticos hoy.
(Traducción
de Helena Faccia Serrano)
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