Ya vamos entrando en el tiempo de
descuento, buscando equilibrios políticos que permitan al menos 'parecer' salir airoso
de un compromiso que fue bueno mientras se llenaban las urnas, pero que hoy los
“gurús” le dicen, al oído, que mejor estarse quietecitos, que pasar sin hacer
ruido.
Algunos ya estamos quemados, huérfanos de alguna
esperanza razonable, porque no podemos llegar a comprender cómo una ley
prometida y, visto lo visto, desaforadamente discutida, se
aparque al final de una legislatura para que termine arrumbada y sin efecto
posible. Vienen a mi memoria efímeras leyes de los peperos como su ley de
educación o el denostado plan hidrológico nacional. ¡Ellos si hacen gala de lo que hay que tener para sentar sus reales desde el minuto uno! ¡Qué Lástima!
A veces en situaciones así,
puede venir bien fijarnos en grandes hombres, incluso desde el recuerdo por no
estar ya entre nosotros, que pueden enseñarnos actitudes que honran al “ser
humano”, en general, y a ellos de forma particular.
Hoy, por eso, traigo a vuestro
recuerdo a Jérôme Lejeune , padre de la genética moderna por su descubrimiento de
la trisomía 21 responsable del síndrome de Down. Llevó una vida dedicada a la
enseñanza, a la ciencia, al cuidado y al tratamiento de los niños Down (fundación www.fondationlejeune.org).
Fue capaz de perder un premio nobel antes
que abdicar de su convencimiento de que la vida se iniciaba en la fecundación, Llevó
la causa pro-vida a las Naciones Unidas. Acusó a la Organización Mundial de la
Salud diciendo de ella que: “una institución para la salud se había
transformado en una institución para la muerte” a causa de asumir la “agenda abortista”.
Por todo ello fue relegado al ostracismo y se le retiraron las subvenciones
para continuar investigando.
Nos dejó en abril de 1994 con la tristeza de saber
que su descubrimiento estaba siendo utilizado para exterminar niños diagnosticados
de Down antes de nacer.
Lo
que sigue es un buen artículo que he rescatado de www.yoinfluyo.com, y que presenta una
semblanza de este Gran Hombre.
Jérôme
Lejeune, un científico valiente
Nemesio Rodríguez Lois | 29 Mayo 2014
Pobre mundo el que nos ha
tocado vivir; existe tal pereza mental que lo más común es ver cómo la gente no
piensa y cuando actúa lo hace obedeciendo consignas que son del dominio público.
Y es así como esos tipos
amorfos, sin detenerse a reflexionar si una afirmación es falsa o verdadera,
creen sin titubeos estribillos tales como “la familia pequeña vive mejor”,
“antes de una relación usa el condón”, “el feto no es un ser humano”, etc.,
etc., etc.
Viene ocurriendo lo mismo
que ocurría en la Alemania de los nazis, cuando Goebbels decía que una mentira
mil veces repetida acababa transformándose en una verdad.
Tal es el poder seductor de
los medios.
Por tal motivo, cuando
alguien tiene el valor de nadar contra corriente, primero causa extrañeza y más
tarde produce admiración.
Tal es el caso de uno de los
más brillantes investigadores que tuvo la Medicina durante el pasado siglo XX:
El doctor Jérôme Lejeune, catedrático de Genética de la Universidad de la
Sorbona de París.
Un científico de renombre
universal que jamás temió las condenas de la opinión pública.
Verdades
científicas
Para el doctor Lejeune, la
Ciencia es algo tan serio como afirmar que el sol alumbra la Tierra; y, al
adherirse a la verdad científica, sacó una serie de conclusiones que deseamos
compartir con nuestros amigos lectores:
“Aceptar que después de la
concepción un nuevo ser humano ha empezado a existir, no es ya cuestión de
gusto o de opinión, sino una evidencia experimental”.
“Si el embrión no es desde
el primer momento un miembro de nuestra especie, no llegaría a serlo nunca.
Decir que no es un hombre, es lo mismo que decían los nazis: Un prisionero no
es un hombre”.
“Todos los responsables de
la salud saben perfectamente que los preservativos no pueden parar la epidemia
del SIDA”.
“La anticoncepción es hacer
el amor sin hacer el niño. La fecundación ‘in vitro’ es hacer el niño sin hacer
el amor. El aborto es deshacer al niño. Y la pornografía es deshacer el amor”.
Anécdota sobre
Beethoven
Una anécdota muy comentada
de nuestro personaje es la referente a un debate que tuvo en la televisión
francesa; en el curso del mismo, el doctor Lejeune le preguntó a su oponente:
-Un padre sifilítico y una
madre tuberculosa tuvieron cuatro hijos: el primero nació ciego, el segundo
murió al nacer, el tercero nació sordomudo, y el cuarto es tuberculoso. La
madre queda embarazada de un quinto hijo. ¿Qué haría usted?
-Yo interrumpiría ese
embarazo.
-Tengamos un minuto de
silencio. Usted le ha quitado la vida a Beethoven.
Lejeune, siempre fiel a la verdad
Lejeune, siempre fiel a la verdad
En todas estas
intervenciones, este catedrático de La Sorbona jamás titubeó en nadar contra
corriente defendiendo las evidencias científicas.
Y al defender las evidencias
científicas no hizo más que defender la Verdad y la Justicia.
Un hombre que, por defender
la vida en todas sus etapas, fue hostilizado de mil distintas maneras. Se le
inscribió en una especie de lista negra y esto influyó para que jamás le
concedieran el Premio Nobel de Medicina.
Es triste comprobar cómo, a
pesar de los descubrimientos de la Ciencia, muchos países se empeñan en
legalizar crímenes como el aborto o aberraciones como los mal llamados
matrimonios de homosexuales.
Con ello, desorientan a la
opinión pública la cual, inerme ante los medios, no reflexiona, y piensa que
algo que está permitido por la Ley, tan sólo por eso, se convierte en algo
bueno.
Algo tan absurdo como creer
que, si se legislara como lícita la calumnia, tan sólo por eso dejaría de ser
una injusticia.
Jérôme Lejeune, científico
católico de nuestra época, comprendió muy bien todo eso y, fiel a la verdad que
la Ciencia nos demuestra, se portó siempre con una coherencia y valentía que a
todos nos asombra.
No le importó nadar contra
corriente, quizás porque él, mejor que nadie, sabía que nadar contra corriente
es la mejor prueba de que aún se está vivo.
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