Don Eduardo Zungri, ha
escrito en "Faro de Vigo" un artículo (Aborto:
regular o prohibir) que, a mi punto de vista, podría calificarse de entre
ladino y esquizofrénico1.
Siempre he alucinado de ver como
alguien puede ser capaz retorcer tanto la realidad, hasta el punto de hacerle
irreconocible su maldad y, consecuentemente, pasen a ser admitidas y ser dadas
por buenas y santas, algunas auténticas barbaridades.
Me congratula que al Sr
Zungri le parezca inconcebible la atrocidad de condenar a muerte a alguien por los cargos de apostasía, renegar de su
fe y casamiento con un católico. Le parece que la intransigencia religiosa
del islamismo y su Sharia no caben en su mundo de una Europa civilizada, orgullosa de los derechos de sus ciudadanos,
permisiva todo tipo de creencias (aunque, las más de las veces,
empujando a los cristianos a volver a las catacumbas desapareciendo del espacio
público), siempre que no vulneren (según
quien) las normas fundamentales de
convivencia.
Hasta aquí, todo estupendo y
muy hermoso; pero para alguien que es médico (si mis informadores no me
engañan), ¿cómo logra casar? pensar, primero, que
«el aborto, naturalmente, es digno de un trato particularmente
cuidadoso, al incluir la
desaparición de un ser vivo y los derechos de quienes lo han engendrado,
necesitando de leyes escrupulosas que lo regulen»;
y, unos pocos renglones más abajo, defender
que no debiera prohibirse el aborto
«ante el hecho de demostrarse la existencia de malformaciones o defectos
genéticos graves»
porque
«los seres nacidos
con estas alteraciones, si sobreviven al parto, condicionan al resto de su familia de por vida.
En muchos casos, su existencia transcurre entre su domicilio, en donde requieren cuidados permanentes,
y los centros hospitalarios que, con esfuerzos a veces inimaginables y el sufrimiento correspondiente,
intentan mantenerlo en vida».
No me explico esa forma de pensar en alguien que, en
razón de su profesión, ha tenido que vivir situaciones de pacientes tremendamente
condicionantes de todos sus familiares,
requiriendo cuidados y abnegaciones
permanentes, ocupando su vida entre
centros hospitalarios y su domicilio, y que solo con esfuerzos a veces inimaginables y el sufrimiento correspondiente,
intentan mantenerlo en vida,... incluso a edades (niños) de todo
punto inimaginables de que concluyera una vida, ¿también le parecería
justificado quitarles tan “onerosa” vida?.
Y si alguien, llevado por
motivaciones de justicia, de solidaridad o de conmiseración, defendiera que a esos pacientes les
corresponde todo tipo de cuidados y atenciones que la ciencia sea
capaz, porque su lamentable estado de dolor o deterioro no disminuyen, ni un ápice,
su dignidad como seres humanos.
Admitiría, D. Eduardo,
calificar eso de (parafraseando, los entrecorchados son míos)
«no es razonable que se imponga a quienes no comparten una visión
religiosa... [tratar a pacientes con semejante estado de dolor y deterioro], [su
eliminación]...en dichos casos debería
ser permitido. En contrapartida,
nunca obligatorio por parte del Estado, dejando a criterio de... [sus
familiares] ... y de acuerdo con sus convicciones, la libertad de decidir ».
A veces pienso que algunos
añoran la esperpéntica escena del “vaquero que, con cara lastimosa, se dispone a
darle un tiro de gracia a la cabeza de su caballo que lamentablemente se ha
fracturado una pata”.
Sinceramente, creo que el Sr.
Zungri no sería capaz de llegar a tanto con sus pacientes, y especialmente,
porque puede (y seguramente lo hace) mirarles a los ojos; porque la
conmiseración no depende de criterios religiosos, y sí forma parte del sentir,
de los más, de los médicos.
La gran pregunta es si, para
ser capaces de no sentir conmiseración, solo tenemos que conseguir no mirarle a
los ojos... taparlo antes de disparar. Si os parece que voy muy lejos... pensar
que eso es exactamente lo que ocurre con el aborto... que la víctima está
oculta... que alguno puede simplemente transmutar su nombre a “problema” ...y ...resolver sin despeinarse.
1 Esquizofrenia: en sentido figurado, adjetivo aplicado a acciones o circunstancias
provenientes de un solo origen pero con fines claramente opuestos.
Absolutamente triste y penoso. ¡¡Inhumano!!
mmmm
Ladino: Astuto, sagaz, taimado
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