La vida humana es un don de Dios. El hombre tiene derecho a la vida, en cuanto Dios se la ha dado y nadie le puede quitar ese derecho.
Cada ser humano es único e irrepetible. Cada uno de nosotros somos un proyecto de vida estupendo para Dios.
El hombre es al mismo tiempo libre y responsable. Nuestra vida no es fruto de la casualidad o de un ciego fatalismo, sino que proviene de un acto de amor del Creador.
Desde el momento preciso de la concepción del ser humano es un designio misterioso de Dios que actúa a través del hombre y de la mujer.
Desde el momento en el cual el óvulo es fecundado se ignaura una nueva vida que no es la del padre o de la madre, sino la vida de un nuevo ser humano que se desarrolla por su cuenta propia.
El nuevo ser que viene está llamado a ser signo de esperanza para el mundo. Siempre es un gran regalo.
Debemos de promover la seguridad de la persona que está por venir al mundo.
Digamos siempre SÍ A LA VIDA, defendiéndola siempre con valentía, frente a la cultura de la muerte que nos invade.
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