Desde el semanario
Alfa&Omega, repico aquí, el extraordinario artículo de Isabel San Sebastián; crónica certera de la situación en la que
nos encontramos en estos momentos, de dónde venimos y lo que tenemos por
delante, quienes nos resistimos a no silenciar el debate de la vida.
Considero un honor darle cabida
en estas páginas.
Se olvidaron de la vida
«La
vida de los no nacidos no da votos. De hecho, en opinión de algunos
insignes arúspices, los quita. La vida de los no nacidos es un asunto
espinoso, que acarrea burlas y amenazas en las redes sociales a
quien tiene el coraje de exigir que se respete»
Hubo un tiempo,
no muy lejano, en el que la defensa de la vida suscitaba encendidos
debates en las Cortes, los medios de comunicación, los tribunales
de Justicia e incluso las tertulias de café. Cruces de opinión y argumentos,
a menudo acalorados, entre quienes sostenemos que los niños engendrados
aunque todavía no alumbrados son titulares de derechos merecedores
de protección y los convencidos de lo contrario. Polémicas reveladoras
de cierto interés social por una cuestión que afecta a la concepción
misma de lo que constituye nuestra esencia como especie. Hoy esa controversia
ha desaparecido de la agenda pública española. A nadie parece
restarle un ápice de tranquilidad. Se ha impuesto por mayoría cercana
a la unanimidad la tesis de esa ministra de Sanidad, experta en flamenco,
persuadida de que un feto en el vientre materno «es un ser vivo, pero
no un ser humano». ¿Cómo podría serlo? ¿Eliminaríamos sin remordimiento
a millones de criatura sin defensas si tuviéramos el coraje de verlas
como lo que son? ¿Quién mataría a sus hijos?
La palabra «aborto»
no fue pronunciada ni una sola vez en la fallida sesión de investidura
de Pedro Sánchez. Ni siquiera se utilizó el eufemismo al uso, «interrupción
voluntaria del embarazo», con el que lavan su conciencia los reacios
a llamar a las cosas por su nombre. El candidato tuvo la desfachatez
de afirmar en su discurso que «las mujeres podrán decidir sobre su
maternidad», como si ahora se nos privara de esa facultad con alguna
clase de coerción, sin que hubiera un interviniente dispuesto a señalarle
su error y subrayar su mala fe. Lógico. Su socio, Ciudadanos, ha firmado
un documento en el que se dice textualmente que «ambas organizaciones
defienden la Ley de plazos» y se añade, por si alguien albergara alguna
duda, que «el Partido Socialista se reserva la posibilidad de impulsar
la reforma de la Ley en relación con las jóvenes de 16 y 17 años». Algo
que no parece contrariar a Albert Rivera. En cuanto al PP, hace tiempo
que rindió el último estandarte de esta batalla en defensa de los
más vulnerables. Exactamente el día en que Celia Villalobos, autora
de la lapidaria sentencia «quienes no caben en el PP son los que se
oponen al aborto», fue premiada con la Vicepresidencia Primera del
Congreso, mientras los diez parlamentarios que habían permanecido
fieles a la postura tradicionalmente mantenida por el centro-derecha
veían constituirse las Cortes desde sus respectivas casas, tras haber
sido expulsados de las listas. Todos, los diez diputados y senadores,
sin una concesión piadosa al «qué dirán» los electores ni un resquicio
de vergüenza por deshonrar la palabra dada.
La vida de los no
nacidos no interesa. La vida de los no nacidos no da votos. De hecho,
en opinión de algunos insignes arúspices, los quita. La vida de los
no nacidos es un asunto espinoso, que acarrea burlas y amenazas en
las redes sociales a quien tiene el coraje de exigir que se respete.
La vida de los no nacidos demanda a las autoridades medidas de apoyo
eficaz a las mujeres embarazadas y exige a los padres que asuman su
responsabilidad. La vida de los no nacidos nos obliga a transitar
por territorios inhóspitos desde el punto de vista ético, que nadie
quiere explorar. ¿En qué momento exacto empieza? ¿A quién pertenece?
¿En qué punto se sitúa la frontera entre los derechos de la madre y
los del hijo? ¿Cómo conceder libertad ilimitada a una parte sin negar
a la más débil la oportunidad de existir? La ciencia, pese a sus gigantescos
avances, no ha resuelto esos conflictos. La convención de las doce semanas
como plazo admisible para liquidar (que no interrumpir) una gestación
tiene más que ver con la morfología, esto es, con el momento en el que
el feto adquiere una forma tan inequívocamente infantil como para
herir la sensibilidad del personal sanitario encargado de llevar
a cabo la «tarea», que con criterios de mayor calado médico. De ahí
que todos se pongan de acuerdo en archivar el asunto en el cajón del
relativismo donde duermen el sueño de los justos tantos principios
abandonados, y acto seguido apagar la luz. Ojos que no ven, oídos que
no oyen, conciencias que no se inquietan, gentes que viven contentas.
En el fondo de un
archivo duerme igualmente el sueño de los vagos el recurso presentado
ante el Constitucional por un PP diferente a este, hace ya más de
un lustro, cuando abanderó desde la oposición el combate contra la
reforma que en 2010, sin previo aviso ni compromiso programático,
convirtió el aborto en un derecho indiscriminado de la mujer. La
discusión, a la vista está, no procede tampoco a nivel jurídico.
Es evidente que no urge a ojos de sus señorías. Y desde luego no conviene
a quien aspira a una jubilación tranquila. Al menos en España. Fuera
de aquí, en el corazón de Europa, hay gentes de bien empeñadas en mantener
viva una lucha tan impopular como justa.
Han adoptado el
nombre de «One of Us» (Uno de Nosotros) con el afán de dar voz a quienes
carecen de ella por vivir dentro de un cuerpo que no siempre es lugar
seguro. No se resignan ni se acobardan frente a la tendencia dominante
al silencio. Proclaman que la vida es un don, el más preciado; y su defensa,
un legado irrenunciable de la civilización occidental. Quieren
unir fuerzas, superar diferencias y construir un futuro basado en
valores universales que costó mucho consolidar y ahora parecen
pasados de moda.
En estos tiempos
de invasiones bárbaras, cuando el hedonismo individualista impone
sus dogmas a una sociedad adormecida, acobardada, incapaz de sacudirse
la pereza intelectual, los impulsores de «One of Us» nos llaman a
ser valientes y reaccionar. A tomar la palabra con el fin de que el debate
no muera. A sostener la bandera de esta causa. Su iniciativa popular
ha sido la más respaldada de la historia europea, con dos millones
de firmas. Dos millones de personas que no se olvidan de la vida.
Isabel San Sebastián
Fecha de
Publicación: 12 de Marzo de 2016
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