jueves, 3 de marzo de 2011

Que se sepa la verdad


Mujeres relatan el horror vivido por el aborto en EEUU, testimoniando un negocio sin escrúpulos.

Atendida de urgencia una joven por las consecuencias fatales del aborto al que se sometió en la Women's Medical Society de Filadelfia, el abortista se presentó de inmediato, chequera en mano, para silenciarlo: pero los horrores se acabaron desvelando.

REDACCIÓN HO / TERRA / AP.-

Apenas unos días después de que Marie Smith, joven de de 20 años, abortara en un centro acreditado de Filadelfia, comenzó a sufrir vómitos y el abdomen empezó a inflamársele. Su madre, Johnnie Mae Smith, la llevó a un hospital donde los médicos le realizaron una cirugía de urgencia para retirarle numerosos restos del feto, que habían dejados en su cuerpo, lo que había provocado una infección potencialmente fatal.
El médico que practicó el aborto, Kermit Gosnell, se presentó en la clínica, con su chequera en la mano, en busca de llegar a un arreglo de inmediato, relató la madre de Marie.
En vez de aceptar el dinero, Johnnie Mae Smith decidió confrontar al médico y prometió demandarlo.
Finalmente, su hija recibió apenas 3.000 dólares —descontando los honorarios de los abogados— a raíz de un acuerdo extrajudicial por 5.000 dólares.
Gosnell, en contraste, ganaba al menos 1,8 millón de dólares al año, gracias a los abortos que practicaba en Women's Medical Society, un establecimiento que, según establecieron después los fiscales, funcionaba además para producir drogas de día.
Los abortos se practicaban por la noche, según los fiscales, que esta semana acusaron a Gosnell de ocho cargos de homicidio. "En toda su práctica médica no mostró sino un desdén insensible por las vidas de sus pacientes", escribieron los fiscales de Filadelfia en un informe de 300 folios, presentado ante un jurado investigador y divulgado el pasado miércoles. "Su desacato a las leyes creadas para proteger la seguridad de las pacientes derivó en la muerte de Karnamaya Mongar".

El jurado investigador emitió duras críticas a los reguladores de salud del estado de Pensilvania, que tuvieron numerosas oportunidades de clausurarle el negocio a Gosnell durante años, pero que hicieron caso omiso sobre las quejas sobre las condiciones insalubres y los abortos ilegales. Casi todas las personas que recurrían a la clínica de Gosnell eran mujeres de minorías, inmigrantes y pobres.
Gosnell fue acusado de matar a siete bebés nacidos con vida y de provocar también el deceso de Mongar, refugiada de 41 años, quien según los fiscales falleció en 2009, tras un aborto fallido en la clínica.
Los miembros de su personal, que carecían de licencia, suministraron demasiada anestesia a la mujer, quien tenía una estatura de 1,50 metros (4 pies y 11 pulgadas) y un peso de 50 kilogramos (110 libras), horas antes de que Gosnell llegara para su rutina nocturna de practicar abortos, afirmó un jurado investigador.
Mongar había huido de Bután, y había sobrevivido casi 20 años en campamentos de refugiados en Nepal, incluso después de que el cólera se cobró la vida de una hija de 4 años.
La mujer y su familia habían llegado a Estados Unidos apenas cuatro meses antes, en busca de "todo lo que este país puede ofrecer", dijo el abogado Bernard W. Smalley, quien presentó esta semana una demanda por mala praxis médica, contra Gosnell.
"Ella era la matriarca de su familia y ahora ya no está. Todos sus hijos tendrán que criarse sin ella", dijo Smalley a The Associated Press. "Al final del día, este hombre la privó de la vida".
El abogado habló en nombre de la familia porque el marido de Mongar, Ash, quien cría pollos en Virginia, no habla inglés.
Entre los hijos sobrevivientes está una joven de 22 años, que trabaja ahora en un McDonald's y quien había acompañado a su madre a la clínica de Gosnell, cuando la mujer tenía 18 semanas de embarazo.
Otra clínica en Virginia había derivado a Mongar al negocio de Gosnell, porque en ese primer hospital no se practicaban abortos después del segundo trimestre de gestación.
Aunque Gosnell no lo anunciaba, muchas mujeres embarazadas en la región centro-Atlántico se enteraron de la existencia de Women's Medical Society mediante publicidad emitida boca a boca en la empobrecida zona de Mantua.
Los abortos son legales en Pensilvania hasta las 24 semanas, aunque muchas centros no los perpetran después de las 20 o incluso de las 12, a menos que la salud de la madre corra peligro. Gosnell, por el contrario, solía realizar abortos ilegales en el tercer trimestre.

3 comentarios:

Luna dijo...

Bernhard Nathanson nos cuenta un caso espeluznante en "La sonrisa de Dios".
Una mujer fue a hacerse pruebas para un aborto y marchó a su casa, para volver a la clínica diciendo que había decidido tener al bebé, que estaba arrepentida de su decisión anterior. El médico le rogó que se practicase el legrado, ´dijo "que ya no se podía echar atrás", "que no se podía parar". Intrigada, la madre preguntó el motivo, que el médico no quería decir claramente.
Finalmente, resultó que ya había empezado la "faena", que había cortado los brazos y las piernas al feto, aplazando el resto de la operación
Dice Nathanson que es una mujer, que conoce lo que pasó y aun así, no lamenta vivir.

Anónimo dijo...

Detenga el Alzheimer con un método infalible y completamente natural. Asi como otros males que le afectan a usted o a los miembros de su familia. Aproveche esta oportunidad de obterner beneficios de la medicina natural.

Detenga el Alzheimer dijo...

Detenga el Alzheimer con un método infalible y completamente natural. Asi como otros males que le afectan a usted o a los miembros de su familia. Aproveche esta oportunidad de obterner beneficios de la medicina natural.