domingo, 30 de marzo de 2014

Nicolás Jouve, siempre... claro, conciso y eficaz.


Ya hemos traído a estas páginas en más ocasiones las enseñanzas del profesor Jouve, y hoy quiero hacerme eco de la entrevista que aparece en Páginas digital comentando el reciente manifiesto de Comunión y liberación, porque tampoco esta vez defrauda y da mucho que aprender e interiorizar. Los resaltados son personales.

Entrevista a Nicolás Jouve, catedrático de Genética
José María Gutiérrez Montero
¿Qué le ha parecido el manifiesto?
El manifiesto de CL enfoca directamente la raíz de uno de los principales problemas que aquejan a nuestra sociedad, el aborto, que atañe al reconocimiento de la dignidad del ser humano y al respeto a la vida humana. Un embarazo imprevisto, aun haciéndose presente en nuestras vidas de forma inesperada, no ha de solucionarse recurriendo al aborto, ni convirtiendo en un derecho este atentado contra la vida, sino encarando la realidad de un hecho irreversible y reconociendo la existencia de una nueva vida, que debe ser acogida del mejor modo: “es bueno que tú existas”. El manifiesto denuncia el alejamiento de este enfoque por una sociedad en crisis de valores, una sociedad frágil, que parece olvidar que cada vida humana es un fin en sí mismo, que tiende a negar el verdadero significado del concepto de persona, el sentido de la maternidad y la familia, en contra del reconocimiento de la dignidad y los derechos de los seres humanos, de los que el más importante y el primero de todos es el derecho a la vida. Una sociedad así, que se aleja de los valores de la civilización cristiana y de lo más genuino de nuestra naturaleza, el amor y la dependencia en el apoyo mutuo y el afecto, es una sociedad frágil y enferma. Por todo ello, el manifiesto es una declaración valiente y una forma distinta y acertada de enfocar el aciago fenómeno del aborto.

Se habla en nuestra sociedad en este momento de la libertad de la mujer. En el texto se asegura que la libertad tiene que estar vinculada a la realidad, a la realidad del no nacido. ¿Puede ser esa una respuesta para el debate actual?
Estoy muy de acuerdo con el diagnóstico que se hace sobre el hecho de la libertad como una manifestación del amor. Como bien señala el manifiesto, si el amor es la manifestación más singular del ser humano lo es precisamente porque somos libres cuando amamos y somos amados. No se trata de hacer lo que yo quiero porque es bueno para mí, sino que precisamente por nuestra racionalidad tenemos que reconocer la realidad de la existencia de una vida humana distinta e independiente que tiene todo el derecho a ser protegida. La primera realidad a reconocer es la verdad de la existencia de una nueva vida humana en el concebido no nacido. Ocultar esta realidad, esta verdad incuestionable, y tratar de ocultarla o deformarla para anteponer un interés, un no querer saber, es un engaño y una situación contra natura, que no soluciona el asombro que pueda causar un embarazo inesperado.
En el caso concreto del aborto, y de acuerdo con los datos actuales de la ciencia, la realidad es que desde la concepción existe una vida humana y que el embrión –hasta la octava semana– y el feto –a partir de la novena semana– es un ser humano singular, distinto e independiente de la madre, que necesita del claustro materno para su desarrollo. Señalar, como se propende a proclamar, que el aborto es un ejercicio de libertad porque la mujer es dueña de su propio cuerpo, es una falsedad, porque el aborto afecta a una vida distinta a la de la mujer embazada, que es además la de su propio hijo. También es negar la realidad pensar que el aborto soluciona el drama humano que puede suponer para una mujer afrontar un embarazo imprevisto. Conceder un derecho al aborto es una aberración que no se sostiene ni desde la realidad incuestionable de la existencia humana desde la concepción, ni desde el derecho comparado con las legislaciones de los países más desarrollados.
Acierta el Manifiesto al señalar como uno de los grandes males de la sociedad el fenómeno del aborto y al significar que el aborto instituido como un derecho social es una consecuencia de la fragilidad de la sociedad. Es cierto que el aborto no es un fenómeno nuevo, sino una realidad que viene desde antiguo, pero no por ello debemos permanecer indiferentes ante él, sino que debemos afrontarlo desde una vuelta a la cordura y al reconocimiento de la realidad de la vida humana y el respeto a la dignidad que todo ser humano merece, más aún si se trata de una vida incipiente e indefensa. Como bien destaca el manifiesto de CL, el Anteproyecto de Ley Orgánica de la protección del concebido y de la mujer, propuesto por el ministro Ruiz-Gallardón, supone un avance contra la tendencia de las leyes del aborto anteriores. Resulta realista ya en su intención al indicar que la vida humana, en consideración a su dignidad, debe ser respetada y protegida desde la concepción. Finalmente, me gustaría resaltar la referencia a las frases del Papa Francisco al reclamar un mayor compromiso y al señalar que “hemos hecho poco” para acompañar a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, y a las que la sociedad les ofrece la drástica y engañosa solución del aborto.  

¿Es apropiado vincular soledad y ausencia de significado al aborto?
Acierta el manifiesto al vincular uno de los grandes males de la sociedad a la falta de significado del aborto. El aborto instituido como un derecho social es la consecuencia de la fragilidad de la sociedad caracterizada por la tendencia al individualismo, el egoísmo y el relativismo, que se aparta en cada momento de lo genuinamente humano y se adapta a la contingencia de las corrientes culturales e ideológicas dominantes. No somos seres aislados ni una suma de individualidades aisladas y egoístas, sino una sociedad interdependiente en la que lo que mejor caracteriza la naturaleza humana es el amor y la defensa de la dignidad y de la vida.
Nuestra realidad es que por nuestra naturaleza humana somos seres creados para vivir en armonía con los demás y destinados a ayudarnos mutuamente, y con más motivo a ayudar a aquellos que más lo necesitan, a la mujer embarazada, a los pobres, a los niños sin familia, etc., como bien señala el manifiesto. Esta acción en favor de los más necesitados es el verdadero ‘progresismo’ y no el falso derecho a eliminar la vida del más indefenso y menesteroso de los seres humanos. Por ello, el aborto es una consecuencia de esa tendencia perversa al individualismo, dejando sola a la mujer que se enfrenta a un drama humano, como puede llegar a serlo un embarazo inesperado en una situación de falta de recursos para afrontarlo, o como consecuencia de una violación. Tampoco es lógico ni ético proponer el aborto para acabar con la vida de un hijo que llega con malformaciones… no sin hacer todo lo posible por él, llegando al parto en caso de que sea viable y procurándole todos los medios necesarios que la medicina neonatal ofrece cada día con mayores posibilidades de éxito… Si el resultado es la muerte antes de nacer o al poco de hacerlo, al menos a la madre le quedará la satisfacción de haber hecho lo posible por la vida de su hijo y, en caso de morir después de nacido, le quedará el recuerdo de haberlo tenido entre sus brazos durante unos días o unas horas.
Fuente: http://www.paginasdigital.es/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=5368&te=15&idage=9773&vap=0

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