miércoles, 26 de febrero de 2014

El oficio de médico, tal como muchos lo entendemos y aprendimos, dista mucho del de verdugo


Ayer sentí la obligación de contestar, como médico, a D. Pablo Vaamonde (Médico de familia) por lo que a mi juicio eran “errores de bulto que no caben en el saber médico, ni en la verdad de las cosas en referencia al concebido y a la supuesta libertad de la madre. A propósito de un artículo titulado Aborto: regreso a la barbarie.
Hoy tengo el placer de traeros el testimonio médico  de una pediatra que ha querido expresarse en forumlibertas.com y que yo felicito por tan excelente artículo del que comparto todos sus términos, especialmente en lo que atañe a su reflexión sobre el malhadado acuerdo del Consejo General de Colegios Médicos.
Los médicos y el concebido
Ojalá despertemos y logremos poner fin al mayor holocausto silencioso que se ha producido en la historia de la humanidad. No podemos ser ni los médicos ni las mujeres los que apretemos el gatillo al niño enfermo.
Los médicos ejercemos para curar, para restablecer a la normalidad orgánica y funcional al cuerpo enfermo. Y, si no es posible, acompañar y aliviar el dolor tanto físico como psíquico. Esa es nuestra función social en unas brevísimas palabras. Y para eso elegimos esta profesión.
Y sin embargo la sensibilidad de la profesión médica hacia los derechos del concebido en los últimos treinta años ha disminuido enormemente, a pesar de los “vientres de cristal” que suponen las ecografías de última generación. En la sociedad y en la práctica médica se ha “institucionalizado” que los derechos de la gestante prevalecen sobre los del no nacido, asumiéndose el aborto como “un mal necesario” fruto de situaciones sociales desfavorables y de la libertad de la mujer a decidir sobre su cuerpo. El actuar médico se ha impregnado en este campo de un gran indiferentismo. Se sabe lo que es un embarazo, pero el relativismo imperante hace que en la práctica diaria se olvide la incontestable realidad biológica del inicio de la vida humana en la fecundación. Es más fácil indicar un aborto que ayudar a la mujer. Ocupa menos tiempo asistencial en nuestras saturadas consultas médicas.
El pasado 15 de Febrero la Asamblea General del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos hizo una Declaración Institucional al Anteproyecto de Ley de interrupción voluntaria del embarazo que refleja este estado de “insensibilidad” de la profesión ante los derechos del concebido. Se aconseja que, tal y como refleja la primera conclusión de esta Declaración, que los poderes públicos concilien sensibilidades diferentes”, consensuando voluntades, es decir “según se piense y se sienta”.   Es curioso que sin embargo el texto se inicie recordando el Art. 51.1 del Código de Deontología Médica que expresa que “el ser humano es un fin en sí mismo en todas las fases del ciclo biológico, desde la concepción hasta la muerte. El médico está obligado, en cualquiera de sus actuaciones, a salvaguardar la dignidad e integridad de las personas bajo sus cuidados”. Se olvida en los párrafos siguientes.
Soy pediatra. Y no concibo que un niño enfermo, aunque esté fatalmente enfermo y abocado a la muerte, deba ser eliminado por medio de actos médicos, tal como se declara en el punto 4, en el que se aconseja la despenalización la IVE en el supuesto de malformación grave o enfermedad incompatible con la vida del feto. No podemos ser ni los médicos ni las mujeres los que apretemos el gatillo al niño enfermo. ¿Para eso ejercemos? Apoyemos a la mujer. Aliviemos al enfermo. Y cuidemos al débil.
Ojalá los médicos despertemos y logremos poner fin al mayor holocausto silencioso que se ha producido en la historia de la humanidad. Y exijamos que se promuevan leyes que ayuden a la mujer embarazada. Sólo así lograremos cambiar esta sociedad que es insensible al débil, al concebido que todavía no habla ni vota.
Mª Rosario Bachiller Luque
Médico Pediatra. Universidad de Valladolid
Presidenta de la Federación RedMadre de Castilla y León

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