domingo, 3 de febrero de 2013

Presentación de la Iniciativa Ciudadana Europea “One of us” en Sevilla

 
Mañana se hará en Sevilla la presentación oficial de la Iniciativa Ciudadana Europea “One of us” (Uno de nosotros), que como sabéis  es una campaña europea que busca la prohibición de financiar con fondos de la UE actividades científicas o sanitarias que impliquen la destrucción de embriones humanos, porque realmente…   son uno de nosotros”.
Por eso os traigo desde el Blog de Santos Rull Segura un estupendo trabajo que os invitara a reflexionar sobre el embrión humano y, espero, a firmar y a animar a otros en el mismo sentido.
Embriones y dignidad humana

             Es una evidencia científica actualmente que la vida comienza en el momento de la fecundación. El cigoto (embrión unicelular) constituye una nueva realidad biológica, distinta a la de sus progenitores. El nuevo ser humano ha heredado 23 cromosomas del padre y otros 23 de la madre. Su identidad genética es única e irrepetible.
El cigoto es la primera realidad corporal de la vida humana, de cada individuo de nuestra especie. Es, como ha sido señalado por algún científico, “el punto exacto en el espacio y en el tiempo en que un individuo humano inicia su propio ciclo vital”.

             Como ha escrito el Profesor Jouve, catedrático de genética:” cada vida humana es una vida única, perteneciente a la especie Homo sapiens, sin saltos cualitativos desde la fecundación hasta la muerte, por lo que el embrión y el feto (las primeras etapas de la vida) son biológicamente comparables al recién nacido y al adulto. Se trata del mismo ser, la misma persona, de la que lo único que los diferencia es un factor temporal, que no debe convertirse en determinante para establecer diferentes categorías en un mismo individuo”.
Todos los científicos así como los manuales de embriología, genética... afirman de forma rotunda que el embrión es un individuo humano desde el momento de la fecundación.
             La célula es definida por la Biología Celular como unidad de vida. El cigoto humano (embrión unicelular) es, por ello, unidad de vida y en cuanto portador en su genoma de secuencias Alu (específicas de la especie humana) es vida humana. Pero esta afirmación (cierta para el cigoto) también se puede aplicar a cualquier otra célula del ser humano. Entonces … ¿qué hace al cigoto diferente a las otras células?. La diferencia radica en que el cigoto es una célula totipotente, así como los blastómeros del embrión temprano hasta que tiene 8/16 células(las demás células son pluripotentes o mutipotentes).
             El cigoto(célula totipotente) es la única que “contiene” en sí misma todas y cada una de las estructuras que constituyen al individuo de la especie humana. Si se permite su desarrollo se irán generando todas las estructuras que integran al individuo. A lo largo de dicho desarrollo no existe ningún cambio sustancial, ningún cambio cualitativo, ningún “antes y después”.
             El individuo que se generó tras la unión de los gametos se mantiene hasta su muerte, es siempre el mismo individuo que irá mostrando diferentes aspectos a lo largo de su vida, pero su genoma será siempre el mismo que se constituyó en la fecundación.
Frente al cigoto nos encontramos ante un individuo de la especie humana en estado unicelular. Todas las estructuras están “contenidas” en el cigoto y en él existe vida humana en acto (no en potencia, como argumentan algunos).
             El embrión no es un conglomerado indiferenciado de células sino algo que existe y obedece a un proyecto continuo de vida. Tras la primera división celular del cigoto se genera un embrión de dos células y cada una tiene ya un compromiso de diferenciación distinto(de una surgirá la placenta y de la otra las células madre y las otras capas embrionarias). Por tanto: desde la primera división celular existe un compromiso de diferenciación distinto. Se puede concluir, por tanto, que el embrión en sus primeras fases de desarrollo no es un grupo indiferenciado de células.
             Y una vez iniciada la vida humana, ésta posee un valor especial concretado en el reconocimiento de su “dignidad” (por estar dotada de unas características muy especiales que la diferencian y la elevan por encima de todos los demás seres de la naturaleza).
             El nuevo ser (fruto de la fecundación) es ya vida humana y, por ello, vida personal.
No se es persona por manifestar determinadas cualidades personales, sino que estas se manifestarán porque se es persona. Un error grave es asociar la existencia de vida humana personal con la manifestación de algunas de sus características. Cuando una persona duerme, está en coma o anestesiada … sigue siendo persona aunque no exprese sus facultades cognitivas.
Negar la condición de persona se ha utilizado para justificar aberraciones: esclavitud, eliminación de seres humanos (judíos…) y actualmente el aborto o la manipulación de embriones.
Dicho de otra manera: en los períodos iniciales de la vida puede no aparecer claro el elemento racional del vivir humano, que distingue a este de otros seres. Pero ser racional no consiste en manifestarse racionalmente sino en tener la capacidad racional, que puede o no manifestarse.
La racionalidad va aneja al hecho de ser un individuo de la especie humana. Por tanto, el único criterio válido para determinar si es digno de respeto consiste en averiguar si es un ser humano vivo (fácil de comprobar hoy).
Se puede afirmar, por todo ello, que el hombre es un ser especialmente digno de atención y respeto por ser racional...con independencia de su estado de desarrollo, capacidad intelectual, envejecimiento, salud o enfermedad.
             Por tanto y a modo de resumen: El embrión en la fase de cigoto es un ser humano porque: 1/ es un organismo nuevo, 2/ pertenece a la especie biológica humana, 3/ es un organismo programado y 4/ su crecimiento y desarrollo ocurre de modo coordinado, continuo y gradual.
Y … ¿cómo un individuo humano no sería una persona humana?. El ser humano “es” persona en virtud de su naturaleza racional. No “se convierte en” persona por la posesión de ciertas propiedades, del ejercicio efectivo de ciertas funciones. Lo importante para el reconocimiento del ser persona es la pertenencia (por naturaleza) a la especie humana racional, independientemente de la manifestación exterior de ciertas características. No se es “más o menos persona”.
Por tanto: la ciencia y la filosofía afirman que el embrión es un SER HUMANO y una PERSONA HUMANA (y de ahí su dignidad, que no admite ser destruido ni manipulado, como si sólo se tratara “de unas cuantas células”).

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